domingo, 4 de diciembre de 2011

Beethoven: SINFONÍA Nº 9 EN RE MENOR, op. 125

Symphonie Nr. 9 d-moll op. 125. Ludwig van Beethoven
Wiener Philharmoniker. Leonard Bernstein




1. Allegro ma non troppo, un poco maestoso. Lo real. La materia y el universo. Los múltiples orígenes del tiempo.
2. Molto vivace. Lo imaginario. El goce. Las ilusiones del hombre, la historia, el progreso, la ciencia, la cultura. Las violencias y las pasiones.
3. Adagio molto e cantabile. La intimidad. El pensamiento. El alma.
4. Presto - Presto - Allegro assai. El lenguaje. La alegría. La libertad. El amor.

Comentario completo. (en construcción)





domingo, 20 de noviembre de 2011

BEETHOVEN: Sinfonía nº 9 en re menor, op. 125




Temida y esperada hora, finalmente has llegado. Coincidiendo con la entrada número 100, vamos a hablar de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven. Repito, como hice en mi comentario de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak, los reparos de traducir la música a pensamientos e ideas; no tanto por traicionarla a ella, la música, sino por traicionar vuestra propia experiencia.
Sin embargo, discúlpeme quien vaya a seguir leyendo: voy a explicar lo que para mí es, hoy, cada frase de esta música, qué puede decirse a través de ella. Pido, pues, viejo Ludwig de riguroso carácter, que me des tu permiso y tu perdón; y si no me lo das, pues te fastidias, y fastidados los dos emprenderemos el análisis.
Tú fuiste, tal vez, mi primer amigo. Como ves, se impone la sinceridad. Así que no puedo ser frío ni lógico, sino que hablar de esta música es hablar de mi propia vida. Además, muchas veces he nombrado esta sinfonía como el emblema de lo humano, el mayor monumento construido por el hombre, al menos en Occidente. Así que hablar de esta sinfonía es hablar de lo que ha sido mi vivencia de mí, mi vivencia del Hombre y mi vivencia de Europa.
Durante veinte años esta música ha sido mi bastón. Me ha dado apoyo en los momentos en los que el mundo era difícil de soportar. Ha marcado los caminos que iba encontrando dignos de pisar. Con ella he medido el edificio de Occidente, su pensamiento, su arte, su manera de sufrir y equivocarse. Veo que ha llegado el momento de que el bastón se rompa, de qu me diga sus últimas frases, a modo de bendición, y me deje marchar solo a la intemperie del mundo. Y sé que en cualquier caso, como fuerza o dolor, seguiré escuchando tus palabras, imagen de otro orden, en el perderse de mis días.
Conocidas son las declaraciones de Franz Schubert a este respecto: «Lo sabe todo, pero nosotros todavía no podemos comprenderlo todo y habrá de correr mucha agua por el Danubio antes de que todo cuanto ha creado este hombre sea comprendido generalmente. No sólo porque es el más sublime, el más fecundo de todos los músicos, sino también porque es el más fuerte. Es tan fuerte en la música dramática como en la música épica, en la lírica como en la prosaica; en una palabra, lo puede todo. Mozart con relación a él es como un Schiller con relación a Shakespeare; a Schiller ya se le comprende, mientras a Shakespeare no se le comprenderá en mucho tiempo. Todo el mundo comprende ya a Mozart; nadie comprende bien a Beethoven. Para eso habrá que tener mucho espíritu y todavía más corazón, y ser indeciblemente desgraciado en amores, o sinmplemente desgraciado». ¿Sabes lo que te digo, Schubert?: ¡Vete al carajo, Schubert, vete al carajo!
Esta tarde voy a salir al campo de la mano del viejo Luis; ¡a ver quién tiene la habilidad para impedírnoslo! Daremos un largo paseo, por los senderos al lado de los bosques, a través de los arroyos, viendo mecerse lejos las montañas, hasta que el frío diga que es hora de volver. Tú me tararearás y yo te escribiré del sonido del viento, del trino irreverente de los pájaros, incluso del curioso crujir de nuestras pisadas. Porque luego llegará la noche, nos despediremos, un abrazo, amigo. Tendré que caminar aún algún tiempo hasta mi casa. Y al llegar, mi esposa me preguntará extrañada: ¿Dónde has estado, que llevas la cara marcada de soledad?


En vista de que nos hemos demorado, dejaré el análisis pendiente para la próxima entrada.


domingo, 13 de noviembre de 2011

F. Schiller: ODA A LA ALEGRÍA


(Traducción al castellano del original alemán)

Esta Oda a la alegría es el resultado de una puntilla de la censura de la época. El poema original trataba sobre la libertad, pero los gobiernos autoritarios del siglo XVIII impusieron que se sustituyera "libertad" (freiheit) por "alegría" (freude). Visto lo visto, me parece mejor la versión oficial, y aún más la que luego ha tomado la Unión Europea como himno (paradojas de la Historia).
Si leemos el poema de Schiller podemos comprender la fascinación que le infundió a Beethoven. Muchos tenemos esa idea de Ludwig atormentado por la brutalidad de su padre. Pero el vínculo con el padre permanece siempre a través de la música, a la que tan duramente le obligaba. La música le permite conectar con otros valores paternos: el ideal de su abuelo Ludwig (como él), la cultura de familias como los Breuning, maestros como Neefe o Haydn. En este poema vemos precisamente eso: la sublimación del padre imaginario en pro de una búsqueda del Padre, simbólico.
En el poema de Schiller predomina más el sentido freudiano de la alianza de hermanos para derrocar al padre dictador. Esa idea de la fraternidad unida frente al tirano está directamente vinculada al espíritu revolucionario de los primeros compases de la Edad Contemporánea; pero también nos suenan familiares hoy día: "abajo con esa pandilla de mentirosos". El poema de Schiller se queda, en cualquier caso, muy vinculado a valores de juventud, universitarios, sociales y cristianos. Es significativo que Beethoven seleccionara precisamente las estrofas más cósmicas, aquellas donde se trabaja más la idea de la alegría en su esencia (y que, curiosamente, encaja mejor junto con la idea original de "libertad"), y descartara las otras.
También a mí me interesa precisamente esa idea remarcada en el estribillo: "buscadlo más allá de la bóveda de estrellas!". Lo fundamental aquí es la idea de trascendencia. Ahí radica la auténtica libertad; pero aún más interesante es situar ahí la alegría. "Salir" es el concepto que muchas personas relacionarían con la alegría: salir de marcha, salir de fiesta, salir al campo (como Beethoven), salir de viaje... Incluso el término "diversión" viene de "recorrer un camino distinto, diverso"; literalmente, "verter de forma distinta". Salir de lo que está establecido.
En qué consiste ese más allá, por encima de lo material, por encima de lo animal, por encima de lo humano, por encima de la palabra... ah, ese es el quid de la cuestión.

Felices, como vuelan los soles,
por los grandiosos espacios del cielo,
seguid, hermanos, vuestra carrera,
alegres, como un héroe a la victoria.
 
 

domingo, 30 de octubre de 2011

BEETHOVEN: Himno de la Alegría


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No creo que se pueda ni se deban hacer comentarios sobre el Himno de la alegría de Beethoven. ¿Qué más habría que decir? Es una obra a la que sólo podemos acercarnos, entregarnos, una y otra vez, cuando sea, en los momentos que sean, y dejar que nos enseñe o nos transforme.
Aún así, pienso que toca hacer este comentario, y ha de ser así, incumpliéndome a mí mismo, posibilitándome una rebeldía imposible.
Lo haré tangencialmente: a través de esta secuencia de "Immortal beloved". La película puede resultar más o menos interesante, pero esta secuencia del Himno de la alegría es magistral. Nos da, por supuesto, una visión personal, pero que nos ayuda a comprender mejor esta música. No creo que nos distorsione ni nos aleje del mensaje.
Veamos los elementos de la secuencia: las estrellas (el Padre), el padre (junto con el goce, la violencia, la autoridad...), los hermanos (la humanidad), Beethoven (el yo, ¡magnífico!, el yo escapando por la ventana de casa), el bosque (aquí se puede poner lo que se quiera), la laguna (algo de útero, algo de sexo, algo de equilibrio, algo de paz), y otra vez las estrellas: lo universal.
Cómo no ver en esta música la carrera misma de la humanidad: huyendo del padre odiado y corriendo para amar al Padre. Y en esa carrera podemos situar lo que queramos: la ambición, la política, la guerra, el pensamiento, la filosofía, el arte, la ciencia... todo el esfuerzo humano que se estorba y se apoya en sí mismo para trascender, siempre a punto de culminar sin conseguir culminar nunca. Hasta que el absurdo nos lleva al sosiego de la risa y la alegría.
Porque sí, todos estos sones, alegres o quejosos, gozosos, marciales, religiosos, solemnes, explosivos... no son el meollo de la cuestión. Que no. ¿Piensas tomarte en serio esta música? Bah. Amigo, suelta esa seriedad y divirtámonos con ella. ¿No ves que en el fondo es una melodía simple, infantil, insignificante? Podemos hacer con ella lo que queramos, sin temor a recriminaciones. ¿A qué ese empeño del hombre en recriminar y en sacralizar? Así es el universo, algo tan sutil como una cancioncilla, un canturreo que no se puede olvidar; y por más que sobre ella levantemos un edifcio enorme con nuestros empeños, seguirá sonando en el idioma de lo absurdo, lo trivial, lo insignificante... hasta que comprendas que es hermoso.
Tememos aquello a lo que estamos obligados, y nos obligamos a ese temor, y con ese afán luchamos y tropezamos con nosotros mismos, con los demás y con el mundo. Si tan solo aprendiéramos a dejarnos flotar en la eternidad.
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domingo, 9 de octubre de 2011

La educación según MONTY PYTHON

PROFESOR: Vale, vale. Ya está bien. Sentaos, sentaos. Escuchad con atención. Todos aquellos de vosotros que participéis en el partido de esta tarde deberéis poner la ropa en la percha de abajo después de comer, antes de escribir la carta a la familia, si no tenéis que cortaros el pelo o un hermano menor que este fin de semana haya sido invitado por algún compañero, en cuyo caso, recoged la nota antes de comer, metedla en el sobre antes de cortaros el pelo y aseguraos de que él pone la ropa en la percha de abajo. Bien...
ALUMNO: Señor.
PROFESOR: ¿Sí, Vaimer?
ALUMNO: Mi hermano menor va a pasar el fin de semana con Diven, pero yo no voy a cortarme el pelo, señor. ¿Tengo que cambiar la ropa o...?
PROFESOR: ¿Te importaría prestar atención, Vaimer? Esto es muy sencillo. Si no tienes que cortarte el pelo, no tienes que poner la ropa de tu hermano en la percha de abajo; basta con que recojas su nota antes de comer, después de escribir tu redacción y la carta a tu familia. Antes del descanso debes poner la ropa en la percha de abajo, saludar a las visitas y decirle al señor Vaimy que te han firmado la nota. Bien... Sexo.

Monty Python: El sentido de la vida. (1983)


No hay mejor estampa de lo fácilmente que se pervierte el sistema educativo que algunos sketch de los Monty Python. En principio, la educación debería conseguir el pulimento de las pasiones y los vicios del niño en pro de su sociabilidad y su libertad (sin contradicción). Sin embargo, no es difícil ver cómo el sistema educativo fomenta los valores de otro sistema moral tan degradado como el que se pretende corregir, echando por tierra la originalidad y la libertad del individuo. Esos son los extremos ideales y aquí comienza el juego.

*Romanes, eunt domus. Pocos habrá que no conozcan la lapidaria escena en que unos guardas romanos improvisan una clase de latín para corregir las pintadas de un Bryan revolucionario e independentisa (ver escena de La vida de Brian: en español, original en inglés). Por un lado, se satiriza a los revolucionarios que quieren independizarse del yugo de civilización y progreso que imponen los romanos (muy parecido a lo que podríamos ver en los niños frente a sus maestros). Pero estos dos guardas romanos, en lugar de corregir su verdadero error, sólo se fijan en la sintaxis; como esos profesores, obsesionados por la ortografía, pero que no se dan cuenta de los verdaderos problemas a los que el alumno se enfrenta. Con ellos, y sin quererlo, sólo contribuyen a que el “error” se extienda en el sistema, eso sí, gracias a la eficacia de una buena caligrafía. La próxima generación sabrá construir cosas pero no personas.

Igualmente iluminador es el episodio dedicado a la educación en El sentido de la vida. Se le da la vuelta completamente, y nos reímos, no sé muy bien si porque el inverso resulta disparatado o bien más real que lo aparente. Los niños estudian solos, pero cuando llega el profesor aparentan ser revoltosos. Los niños son tímidos y cándidos, y es el profesor el que les instruye en las pasiones. Y, lo más significativo, usando un tono y un lenguaje en el que parece más importante la terminología y los esquemas que la propia realidad que pretende enseñar.

Ambos sketchs tienen en común la hipérbole de dos momentos de la humanidad: el del alumno y el del profesor, que se diría hablan dos idiomas totalmente distintos. Y de ahí viene el texto que he escogido para comentar. Da en el clavo del galimatías que se produce en nuestra cabeza cuando somos alumnos y no sabemos la “intención” de todo eso que nos intentan enseñar: moral, principios, consejos prácticos, emociones, conceptos... ¿De qué me estás hablando realmente? ¿Qué me quieres contar?

Para terminar, os dejo con el alegórico partido profesores-alumnos, que da buena cuenta de qué es lo que hace un sistema educativo eficaz al servicio de un sistema moral decadente (¿es así el nuestro?). Por cierto, por si alguien no se da cuenta: los profes son los de naranja (¿por qué será?).
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domingo, 2 de octubre de 2011

LA DISIPACIÓN: Dostoievsky, CRIMEN Y CASTIGO

.....–Entonces, ¿usted sólo ha venido aquí para entregarse a la disipación?
.....–Exacto, para entregarme precisamente a la disipación. Sí, señor, una pregunta directa. La disipación tiene, cuando menos, un carácter de continuidad fundado en la naturaleza y no depende de un capricho: es algo que arde en la sangre como un carbón siempre incandescente y que sólo se apagará con los años, y aun no tan pronto. Confiese que esto, en cierto modo, no deja de tener su interés.
.....–Pero ¿qué tiene de gozoso? Es una enfermedad, y de las peligrosas.
.....–¡Ahora sale con esas! Admito que eso es una enfermedad como todo lo que rebasa su medida, y en este caso uno rebasa siempre la medida; pero, en primer lugar, en unos adopta una forma y en otros otra; y en segundo lugar, desde luego, hay que conservar la medida en todas las cosas, aun en las cantidades despreciables; pero si yo no tuviera esta ocupación, acabaría por dispararme un tiro en la cabeza. Bien sé que el hombre honrado tiene que aburrirse, pero aun así...
.....–¿Sería usted capaz de dispararse un balazo en la cabeza?
.....–¿A qué viene esa pregunta? –exclamó Svidrigailov con un gesto de contrariedad–. Le ruego que no hablemos de estas cosas –se apresuró a añadir, dejando su tono de jactancia. Incluso su semblante había cambiado–. No puedo remediarlo. Sé que esto es una debilidad vergonzosa, pero temo a la muerte y no me gusta oír hablar de ella. ¿Sabe usted que soy un poco místico?

Fiòdor Dostoievsky: Crimen y castigo.
Sexta parte, capítulo III.


La disipación, el libertinaje, el goce... la pereza... o todo el resto de sus mil nombres. El gusto de la repetición: una mujer traducida en otra mujer y en otra y otra y otra... ¿nunca la misma?

Un analista entusiasmado podría picar aquí, con mucha facilidad, un poco de termodinámica, de matemáticas, de moral, de teología, de biología, de física, de medicina (dietética), economía, sociología, psicología, retórica... y cuantos más detalles pudieran subdividirse estas clasificaciones. Empieza a relacionar y no acabes nunca: disípate.

Y para todas ellas no se reserva sino el impulso común de sobrevivir un segundo más a la náusea de la muerte, el caos, el vacío, la nada, lo incomprensible, lo inimaginable...

Dostoievsky se ríe del Existencialismo un siglo antes y del Platonismo dos mil años después, y del Positivismo de suyo contemporáneo, y del Racionalismo de su siglo anterior... la razón sólo ha venido aquí a divertirse. Pero nada de esto es demostrable, el Empirismo, la Ciencia, el rigor, sólo son pantomimas con pretensiones.

¿Y por qué un tiro? Muy masculino eso del tiro. Pero el disparo es el instante. ¿Por qué el instante?

Svidrigailov es el Diablo. Pero también Zeus era un "vividor", un disipado, un libertino... y su emblema era el rayo iluminador, el rayo fulminante, la luz y la muerte en el instante.

La facilidad de entregarse a la disipación, porque ¿quién, amigos, está dispuesto a enfrentarse al capricho de lo discontinuo?

domingo, 25 de septiembre de 2011

Dostoievsky: CRIMEN Y CASTIGO

..... -¡Pero escucha un momento, botarate! ¿Es que te has vuelto loco? Puedes hacer lo que quieras, pero yo tampoco tengo lecciones y me río de eso. Estoy en tratos con el librero Keruvinov, que es una magnífica lección en su género. Yo no lo cambiaría por cinco lecciones en familias de comerciantes. Ese hombre publica libritos sobre ciencias naturales, pues esto se vende como el pan. Basta buscar buenos títulos. Me has llamado imbécil más de una vez, pero estoy seguro de que hay otros más tontos que yo. Mi editor, que es poco menos que analfabeto, quiere seguir la corriente de la moda, y yo, naturalmente, le animo... Mira, aquí hay dos pliegos y medio de texto alemán. Puro charlatanismo, a mi juicio. Dicho en dos palabras, la cuestión que estudia el autor es la de si la mujer es un ser humano. Naturalmente, él opina que sí y su labor consiste en demostrarlo elocuentemente. Keruvinov considera que este folleto es de actualidad en estos momentos en que el feminismo está de moda, y yo me encargo de traducirlo. Podrá convertir en seis los dos pliegos y medio de texto alemán. Le pondremos un título ampuloso que llene media página y se venderá a cincuenta kopeks el ejemplar. Será un buen negocio. Se me paga la traducción a seis rublos el pliego, o sea quince rublos por todo el trabajo. Ya he cobrado seis por adelantado. Cuando terminemos este folleto traduciremos un libro sobre las ballenas, y para después ya hemos elegido unos cuantos chismes de Les Confessions. También los traduciremos. Alguien ha dicho a Keruvinov que Rousseau es una especie de Radiscev. Naturalmente, yo no he protestado. ¡Que se vayan al diablo...! Bueno, ¿quieres traducir el segundo pliego del folleto Es la mujer un ser humano? Si quieres, coge inmediatamente el pliego, plumas, papel (todos estos gastos van a cargo del editor), y aquí tienes tres rublos: como yo he recibido seis adelantados por toda la traducción, a ti te corresponden tres. Cuando hayas traducido el pliego, recibirás otros tres. Pero que te conste que no tienes nada que agradecerme. Por el contrario, apenas te he visto entrar, he pensado en tu ayuda. En primer lugar, yo no estoy muy fuerte en ortografía, y en segundo, mis conocimientos del alemán son más que deficientes. Por eso me veo obligado con frecuencia a inventar, aunque me consuelo pensando que la obra ha de ganar con ello. Es posible que me equivoque... Bueno, ¿aceptas?
..... Raskolnikov cogió en silencio el pliego de texto alemán y los tres rublos y se marchó sin pronunciar palabra. Razumikin le siguió con una mirada de asombro. Cuando llegó a la primera esquina, Raskolnikov volvió repentinamente sobre sus pasos y subió de nuevo al alojamiento de su amigo. Ya en la habitación, dejó el pliego y los tres rublos en la mesa y volvió a marcharse, sin desplegar los labios.
Razumikin perdió al fin la paciencia.
..... -¡Decididamente, te has vuelto loco! -vociferó-. ¿Qué significa esta comedia? ¿Quieres volverme la cabeza del revés? ¿Para qué demonio has venido?
..... -No tengo necesidad… de traducciones… -murmuró Raskolnikov sin dejar de bajar la escalera.
..... -¿De qué tienes necesidad entonces? -le gritó Razumikin desde el rellano.

Fiòdor Dostoievsky: Crimen y castigo.
Segunda parte, capítulo II.

"¿Qué hacer cuando a las primeras treinta páginas de una novela ya ves que el protagonista te cae mal, rozando lo insoportable? Seguir leyendo sería verdaderamente un crimen y un castigo". Con estos pensamientos inicié mi lectura de esta gran obra de Dostoievsky, que luego me atraparía hasta hacerme reconciliar con el género novelístico.
Mientras, por algún sitio leo de refilón que esta es una obra psicológica, personalmente me da la sensación de que Dostoievsky se ríe, despiadadamente, de un montón de cosas que el resto de la sociedad trata con respeto (ridículo respeto según esta novela), a saber: el dinero, la cultura, la moral, la religión, la familia, la psicología, el amor... Y, como prueba, este fragmento.
Con qué falta de escrúpulos petardea su propio oficio. Los lectores se mueven al son de modas intelectuales (y los debates, por muy elevados que quieran verse, no son más que eso, modas y goces). Los editores son lectores aún más analfabetos, que sólo ven el libro como objeto mercantil, sin comprender lo que realmente hay en ellos. Los escritores son simples traductores que sin pudor engordan lo que otros ya escribieron (y esto es una crítica a la crítica, a los comentaristas de texto, como yo; pero también a los científicos, los humanistas y los literatos, que, a fin de cuentas, aún remedan a Homero). ¿Es así como Dostoievsky se ve a sí mismo y su propia labor?
Esta visión deja a los intelectuales y al mundo de la cultura no muy lejos de la dinámica biológica que Darwin había descrito poco antes de estas fechas. En efecto, las ideas, los textos, los géneros, compiten entre sí, se relacionan, se adaptan igual que en la "evolución de las especies". No somos nosotros quienes las pensamos, quienes las trabajamos, sino que las ideas nos hacen ser; y según el nicho ecológico en el que las ideas que nos han rodeado nos vienen situando, así nos movemos en una dirección intelectual u otra. Biología sin sujeto, ni siquiera en la palabra.
Como muestra final, una fácil analogía. El momento en el que se sitúa la novela me recuerda a la crisis económica actual: un capitalismo poderoso, un comunismo incipiente e idealista, nuevos ricos, nuevos pobres, gente muy perdida en sus pasiones, sus creencias, sus discursos, sus vicios... y todos creyendo llevar la razón del mundo (es difícil encontrar un personaje en esta novela que no se vea a sí mismo como un noble, un paria y un gurú al mismo tiempo). ¿Cómo no sentirnos reflejados? Pero si entramos al trapo, si asumimos que somos así, y que la realidad es esa... no podemos aspirar más que a un golpe de suerte, en el juego de dados, de ruletas, de cartas, de azar de nuestra existencia.
 

domingo, 18 de septiembre de 2011

EDUCACIÓN: Confesiones de Agustín de Hipona

¿Hay alguien, Señor, de alma tan grande, unido a ti con tan gran afecto; hay alguien, digo -pues también esto  puede producirlo cierta locura-; hay, repito, alguien que unido a ti con piadoso afecto llegue a tal grandeza de ánimo que tenga en poco los potros y garfios de hierro y demás instrumentos de tortura -por huir de los cuales se te dirigen súplicas de todas las partes del mundo- y así, aún amando a los que amargamente los temen, se ría de ellos como se reían nuestros padres de los tormentos con que de niños éramos afligidos por nuestros maestros? Porque, en verdad, ni los temíamos menos ni te rogábamos con menos fervor que nos los evitaras. Y, sin embargo, pecábamos escribiendo, leyendo, o estudiando menos de lo que se exigía de nosotros. Y no era ello por falta de memoria o ingenio, que para aquella edad me los diste, Señor, bastantemente, sino porque me deleitaba el jugar, aunque no otra cosa hacían los que castigaban esto en nosotros. Pero los juegos de los mayores se llaman negocios, en tanto que los de los niños eran castigados por los mayores, sin que nadie se compadeciese de los unos ni de los otros ni de ambos. A no ser que haya un buen árbitro de las cosas que apruebe el que me azotasen porque jugaba a la pelota y con este juego impedía que aprendiera más prontamente las letras, con las cuales de mayor había de jugar más perniciosamente. ¿O es que acaso hacía otra cosa el mismísimo que me azotaba, quien, si en alguna cuestioncilla era vencido por algún colega suyo, era más atormentado de la cólera y envidia que yo cuando en un partido de pelota era vencido por mi contrincante?

Agustín de Hipona. Confesiones. Libro I, Capítulo 9 (párrafo 15).
-Puede consultarse la versión original en latín: Augustini Confessionum, (I.9.15)-

En estos días, en los que la Educación o el sistema educativo es un tema candente; en los que una economía penélope teje y desteje nuestro futuro; en estos días, en los que no hemos sabido darle un buen lugar a nuestra mejor generación de jóvenes (nunca tantos habían crecido rodeados de tanto saber, de tanta paz y tanto bienestar); en estos días, digo, las voces antiguas nos hacen recordar lo poco que hemos aprendido.
Ocio Negocio. El texto de Agustín se estructura en torno a una ironía ineludible, que curiosamente se destapa en la traducción: "pecábamos escribiendo, leyendo o estudiando" (et peccabamus tamen minus scribendo aut legendo aut cogitando de litteris quam exigebatur a nobis). Por un lado, dice que pecaba por preferir el juego y descuidar así sus estudios; pero, por otro, considera también un error enfocar esos estudios a un juego aún más perverso: el juego de los negocios y el juego de la política. Sabido es el afán del padre de Agustín por que su hijo llegara a ser un hombre notable de la vida pública. En este sentido, la crítica de Agustín va dirigida al padre, en sus múltiples sentidos: a su progenitor, a sus educadores, a su sociedad, a su cultura, a su dios...
Estado de bienestar. En nuestros tiempos, no tan distintos de aquellos estertores del mundo latino, las vidas de las personas se tensan entre dos valores predominantes: el trabajo y la diversión. Ambos son necesarios y fundamentales y se sirven el uno al otro. Sin embargo, en nuestra sociedad se han hecho opuestos, son dos polos tan antagónicos que se han radicalizado: hay quien vive exclusivamente para el trabajo, mientras otros viven exclusivamente para la diversión. Las personas son devoradas por ambos agujeros negros. Su individualidad, su singualaridad, se disgrega en función de un saber mal enfocado. La expresión "estado del bienestar" refleja esa paradoja: el bienestar ya no es un bien para permitirnos una vida digna, sino que es el "bien" sobre el que se levanta nuestra maquinal economía. Unos se destruyen tranbajando, otros se destruyen divirtiéndose; pero simplemente se destruyen.
Así pues, ¿qué educación reciben los niños? ¿Cómo pedirles así que renuncien a sus juegos, a su bienestar, cuando los propios adultos venden su alma por ese bienestar, por esos juegos? ¿Qué es lo que han aprendido aquellos que hoy emplean su tiempo en ver cómo aumentan sus cotizaciones, en acumular "bienes" suntuosos, en aprovecharse del deseo de bienestar de los demás para satisfacer el pozo sin fondo de su propio deseo? El niño que deja los juegos para estudiar, siente que está traicionando a su sociedad. El niño que estudia para algo que no sea útil (útil para el juego de los adultos), sabe que está traicionando a su sociedad. Y, ¿qué quiere un niño sino ser acogido en el juego con sus amigos?
Así era la educación hace 1700 años. Así vuelve a ser. El alumno tiene que aguantar que su maestro le diga "cállate y trabaja" mientras el profesor no para de hablar y de quejarse por su trabajo. "Trabaja para ser un gran jugador".
Veo los debates de los periodistas, jugar con su saber como juegan los niños con la pelota en el recreo... el que falla tiene que correr hasta la valla soportando apaleos. En la política, veo las mismas disputas, las mismas intrigas, las mismas triquiñuelas que en los envidiosos, celosos y vengativos niños. Y en muchos empresarios, los mismos afanes ridículos por ser el más rápido, el más gracioso, el más fuerte, el más aplaudido. ¿Qué han aprendido sino a regatear mejor, a saltar con más gracia, a sortear mejor los intereses?
Y veo en tanta gente anónima el verdadero sentido de nuestra civilización. Gente humilde, no muy sabia, no muy brillante, que trabaja muy duro sólo para que sus hijos puedan estar en la escuela y puedan divertirse. Y es terrible que no sepan cuál es el sentido de lo uno ni de lo otro. Ahora pienso, que los niños no van a la escuela para conseguir un trabajo; sino que es al revés. Somo nosotros, los adultos, quienes trabajamos para que los niños puedan ir a la escuela. Porque ese es el sentido de nuestra civilización: aprender. Para eso trabajamos y para eso nos divertimos, para permitirnos y permitirles un momento más con que aprender.
Y el que no quiere aprender, no quiere ser humano. Y no hay un ser humano que no quiera aprender.

"Pues por aquel entonces sabía yo mamar y asentir a los goces, llorar las molestias corporales, y nada más".
Agustín de Hipona. Confesiones (I.6.7.)

sábado, 10 de septiembre de 2011

KEREN ANN: Strange Weather



KEREN ANN: "Strange Weather", de su disco 101.

Lo admito: me encantan estas estructuras musicales de largos crescendos, tanto por la agregación de timbres como en la subida de intensidad. Y lo admito también: tiendo a encancharme de aquellas piezas que tienen un punto de tristeza. Pero no es solo triste, percibo también cómo suena la firmeza, la esperanza, el deseo de levantar una realidad. Claro, no puedo obviar los fúnebres ritmos del piano, el obstinado golpe de platillos, la seca y melancólica voz de Keren Ann, el divagar de las cuerdas... pero aún así, veo brillar en el conjunto una resolución cargada de optimismo. Quién sabe si es por eso que he esperado hasta Septiembre, y su arrebatador querer, para hablar de ella.
Para colmo, hacía mucho tiempo, si no es la primera vez, que una traducción imprecisa me hace concebir más posibilidades que en cualquiera de las opciones resueltas. Tal vez sea porque el inglés tampoco es la lengua materna de Keren Ann; seguramente será por mi profunda ignorancia; pero, precisamente es eso, esta incompleta ignorancia me está permitiendo multiplicar mis lecturas. Traducir siempre es fascinante. Aquí no parece que nada se pierda en la traducción, sino que una y otra vez, con cada acercamiento nos hace ganar.
Y ahora, algunas impresiones, cazadas al vuelo de esta extraña atmósfera:
  • Don’t make believe: Esta fue la primera expresión que me atrapó. La recibí literalmente: "no me hagas creer". En ese momento, con esa fuerza musical, el empuje del ritmo y los acordes, estaba cargado de ironía. Quien decía eso parecía estar realmente deseando creer, aún a sabiendas de que creer es doloroso, y de que sólo se puede por intervención del Otro. Algo así como "aparta de mí este cáliz", sabiendo y admitiendo que realmente ese es su destino.
    Sin embargo, esta expresión inglesa parece equivaler al español "no finjas". Sería todo lo contrario. El otro estaría en una posición alejada, intentando engañarnos (hacernos creer lo que no es). También hay algo de ironía en la expresión: algo así como "no intentes fingir cuando es evidente".
    En la primera lectura hay una posición de entrega a la verdad. En la segunda, da más una sensación de clarividencia, de despertar de un error; lo que parece más acorde con el resto del texto. Pero no me importa, me seguiré quedando con mi sensación primera: "Hazme creer (aunque te pida lo contrario)".
  • Carving silver: ¿No es un enigma esta expresión? ¿A qué se refiere, cómo la traducimos? Sugiere, tal vez, el fino y fugaz trazado de un rayo en la oscuridad de la noche. Pero el cielo es azul; entonces es el brillo que escapa de las lágrimas a través de los ojos desde un fondo oscuro de tristeza. O es la imagen de la voz que, a través de la puerta, escapa del silencio. O es lo que se ve de los escondidos sueños. En ese sentido, no puedo sino imaginar la caligrafía de unas letras blancas sobre fondo negro (igual que están escritas las estrellas en la más limpia de las noches). ¿Qué más puede sugerir ese grabado de plata sobre materia oscura? En cualquier caso, ¿no es una imagen genial? 
  • We’ll make a home: Toda esta estrofa es magnífica. La construcción de una vida. No es pasar por la vida, no es afrontar los avatares de los sucesos; sino ir en su búsqueda, compartirla, levantarla en común. La secuencia es muy interesante: hombre, hogar, viaje, profundidad, fronteras, sueños escondidos, corazones rotos y keep (de matices muy difíciles de traducir, y que me gusta más en su original que en cualquiera de sus traducciones: yo lo asumo como "mantener, hacer sobrevivir, con perseverancia y fidelidad"). Es como si la única manera de vivir verdaderamente sea construir una vida que nos permita bajar a los cimientos de nuestros sentimientos, puestos en común con el otro.
  • In a small room, on a naked floor, with the blinded heart of black matter: A cualquier otro seguramente no, pero a mí esta imagen me evoca la situación del cerebro. Lo que somos es lo que se teje en esa habitación blindada que es nuestro cráneo. No tiene conexión real con nada de fuera, sino intermitentes destellos de química y electricidad que puntúan el tiempo (¿no es eso la música?). A partir de esa puntuación, el cerebro levanta un código con el que construye al propio sujeto y su paisaje y sus sentimientos. Realmente somos eso: inquilinos de una habitación desnuda blindada, y todos los sucesos y toda esa meteorología que situamos dentro o fuera de la habitación no son más que puntadas en el código (¿será ese el misterioso Carving silver?). Sea lo que sea, lo creamos, lo creemos, es una construcción.
  • She’ll take you back: Y el amor.
Y ahora, tres maneras de leer a Keren Ann:
  1. Impecable presentación de Zezé en Indie Hoy.
  2. Personal acercamiento de Roberto Doveris en Super45.
  3. Un paseo algo más detenido por 101 de la mano de Mocker en El ático del Rock.

viernes, 19 de agosto de 2011

PROFESIONALIDAD: Gene Kelly, Cyd Charisse; SINGING IN THE RAIN




Córdoba, viernes 19 de Agosto; 39 ºC a la sombra. Es normal que me recree contemplando la famosa secuencia de Singin' in the Rain. Y por otras cosas.
Y no es sólo buscando el frescor, sino por la idea misma: bailar y cantar entre las adversidades para mostrar al mundo una sonrisa. La estética de la época, el auge de los musicales y las superproducciones, buscaba eso: dejar atrás los horrores de la Segunda Guerra Mundial y dar una imagen de felicidad omnipresente e inquebrantable.
Esto se hace patente en la realización misma de esta película. Es sabido (consúltese al efecto la magnífica entrada de Uli en Una canción perdida) las penurias y sufrimientos que pasaron todos los actores durante el rodaje: lesiones, depresiones, enfermedades... y ¿quién podría sospechar que están sufriendo lo indecible mientras bailan con esa brillante alegría? Es para llegar a una severa conclusión, el descubrimiento del camino para la felicidad: la profesionalidad.
Con esta película, se vuelven banales las ideas de trabajar para enriquecerse, para construir un nombre, para sostener un tren de vida, para defender una sociedad... ¿Cuál debería ser el objetivo de nuestro trabajo?: arrancar en el otro una sonrisa. Y eso puede hacerse desde cualquier trabajo (vale, a lo mejor el recaudador de impuestos lo tiene más difícil).
Hay muchas escenas y bailes memorables en esta película, el musical por antonomasia; pero me voy a centrar en dos, que particularmente me hipnotizan, y que además ofrecen una contraposición perfecta.
Primero, el archifamoso bailecito de Gene Kelly paseando por la calle en pleno diluvio. ¿Alguien es capaz de discutirme que no es una secuencia perfecta? No sé cómo fue la factura, pero da la sensación de que consigue un buen equilibrio entre diseño al milímetro e improvisación. Detengámonos en algunos detalles:
  • El toque del amor. La imagen del beso y la mujer que se despide tras la puerta es un tópico no ya del cine, sino de la vida. Responde a una de las cumbres de felicidad que todo hombre pueda experimentar. Consecuencia: la renuncia a la comodidad. Con qué elegancia le dice al coche que se marche. El amor nos da alas, pero aquí nos indica qué es lo contrario del amor: el cansacio, la pereza, la incomodidad, la desgana, el miedo.
  • La valentía. El hombre tocado por el amor es feliz y es valiente, se enfrenta sonriente al diluvio (grande Regina Spektor). Aquellos que se cruzan con él lo miran como un loco; pero ante su mirada, esas prisas y esas precauciones resultan ridículas.
  • La sonrisa. El zoom hacia la sonrisa de Gene lo deja claro: por oscuro que esté el día, una verdadera sonrisa basta para iluminarlo (no puedo imaginarme a este profesional al borde de la neumonía, de dónde saca esta energía que marcará la Historia del cine).
  • El paraguas. Se covierte en el compañero de baile de toda la escena. Se convierte en un amigo. Gene consigue sacar de él todas las posibilidades. Consigue hacer de un paraguas un objeto de perfección. Y atención, en el fondo, el paraguas no deja de ser una señal de miedo, de protección, fácilmente asociable a un bastón, un escudo o incluso un arma. Aquí es un compañero, un amigo, porque no es utilizado, no se le busca para protegerse, sino para alcanzar la perfección.
  • Hollywood. Sí, toda la película es un homenaje y casi un documental de la edad dorada de Hollywood, la "fábrica de sueños". Aquí se ve reflejada en los distintos escaparates, tan lujosos. Tiendas de moda, de cigarrillos, librería, hasta llegar (curioso final, ¿verdad?) al "Art School".
  • La ley. Magistralmente, la secuencia termina con la aparición del policía. ¡Con qué alegría, con qué respeto, el personaje asume la vigilancia de la ley! ¡Claro! Sabemos que no hay nada más molesto que la felicidad ajena, hemos de contenernos. Con humildad, Gene serena el gesto pero sin abandonar la sonrisa: vale, yo soy feliz, no puedo evitarlo, pero procuraré que mi felicidad no moleste a los demás. ¿Dóde se ha visto algo así? De verdad, me quito el sombrero.
  • La entrega de amor. Y por último, cuál es el gesto final: Gene le da el paraguas a un transeúnte. Aquello que él ha sido capaz de convertir en un objeto valioso, aquel que ha sido su compañero en el momento de felicidad, aquel del que ha sacado la perfección, va y lo entrega a un desconocido. ¡Prótegete, sírvete de él!; aunque no lo sepas, es un objeto tocado por el amor.
[Una vez más, no me permiten insertar el video, así que nada, a enlazar: Cyd Charisse y Gene Kelly en "Brodway Melody", de Singing in the Rain]
La otra escena es totalmente opuesta: la mujer fatal, la belleza seductora, el poder de lo femenino. Pero una vez más me quedo con la profesionalidad de Cyd Charisse. A lo largo de la película hemos visto escenas magistrales, pero es que el bailecito que se marca aquí Cyd Charisse es espectacular. Y, yo al menos, no consigo ver en ella a una mujer fatal, sino a una bailarina que borda su papel. ¡Qué precisión y sensualidad en cada gesto! El objetivo: sacar al paleto de Gene de su posición rígida e ingenua.
Por supuesto, podemos ver aquí una metáfora poco velada del propio arte, de la belleza del espectáculo. La belleza que seduce al artista, pero que es seducida por el dinero. Brodway, Hollywood, la exótica belleza que baila para nosotros, esperando siempre que demos el paso.

Let the stormy clouds chase
Everyone from the place
Come on with the rain
I’ve a smile on my face
I’ll walk down the lane
With a happy refrain
Singing, just singing in the rain.

domingo, 24 de julio de 2011

DVORAK: Sinfonía nº 9 en mi menor "del Nuevo Mundo" op. 95


Nueva York en 1890
 Qué hubiera sido de esta obra sin el título "del nuevo mundo" (tal vez la lectura más correcta sería "desde el Nuevo Mundo"; pero la primera opción está más abierta a interpretaciones). Sin duda, la popularidad de esta sinfonía se debe a una suma de factores fácilmente identificables.
La primera razón es que, si no me equivoco, es la primera obra sinfónica que hace referencia a la cultura estadounidense, y este valor mediático seguro que, desde el inicio, ha dado un fuerte impulso a esta sinfonía. Derivada de ahí tal vez venga la segunda razón: Jonh Williams (reconocible en Tiburón, Stars Wars, etc). Posiblemente, mucha de la épica que atribuímos a esta obra se deba al influjo de haber oído antes, aunque sin darnos cuenta, en televisión o en las películas, este tipo de sonoridad.
La tercera razón es más cuestionable: el nudo de estilos. Esta es una obra totalmente clásica. No creo que podamos ver nada innovador para su época; ahora bien, recoge los mejores elementos de su momento: formas clásicas, rigor constructivo propio de Brahams (su tutor musical), romanticismo post-wagneriano, introducción de ritmos y motivos populares... Todo dando como resultado una pieza fácilmente legible.
La cuarta es el propio subtítulo.

Ahora viene el capítulo personal. Esta es la obra que me inició a mí en la música clásica, cuando tenía diez años. Con ella me imaginaba grandes paisajes, sobre los que cabalgaban animales nobles y volaban heroicos pilotos. Más adelante, me di cuenta que esta obra también era la puerta de entrada para otros, independientemente, a la música clásica. Así, ese "nuevo mundo" es posiblemente el mundo sinfónico, y no es casual que sea esta pieza y no otra la que nos abra el camino.
Más adelante, al escuchar esta sinfonía, imaginaba el surgir de un nuevo mundo: la violencia de los astros, la colosal geología, el ritmo lento de la vida, la evolución, la cultura, las civilizaciones, la esperanza... pura épica. Aún después, cuando comprendí lo americano del subtítulo, imaginaba el espíritu colonizador y emprendedor del que se enorgullecía el estadounidense de finales del siglo XIX. Hacía surgir de la música a los primeros descubridores, las travesías oceánicas y las incursiones continentales; veía a los primeros colonos intentando establecer las incipientes villas, y casi las oía crecer poco a poco; el brotar de la cultura, las ambiciones, la guerra (la Guerra de Independencia, el conflicto con los nativos, la Guerra de Secesión), y también la llegada de nuevos sueños con los inmigrantes que contemplaban extasiados los primeros rascacielos de Nueva York. Y así, el nuevo mundo era el siglo XX, el que iba a ser el siglo del superhombre (y también esta música parece profetizar las contradicciones de ese siglo, como si la historia no tuviera diferencias en ese sentido).

Soy un poco reacio a proponer una "lectura" de las obras musicales; pero esta obra es tan conocida, tan personal para tanta gente, que no creo que nadie se moleste por sugerir mi propio punto de vista (aunque sólo fugaces apuntes).
  1. Adagio - Allegro molto. Clara forma sonata: Introducción, exposición (temas A y B), desarrollo, reexposición y coda. Ya la introducción es impactante, y no será el primer guiño al sinfonismo beethoveniano. En cuanto a los temas, lo que vemos es que claramente juega a la confusión, hasta el punto de que lo que realmente parece el segundo tema (en flautas brillantes) es en realidad una síntesis entre el tema A y B. Precisamente este movimiento nos prepara (nos enseña a leer) lo que va a ser la sinfonía: una derivación constante del motivo básico, una simplificación del tema A, que se repite una y otra vez.
    Además, lo más característico es la constante reducción de las melodías a células de motivos que se repiten y derivan, buscando forzar el límite, recogiendo la tradición barroca, los conflictos beethovenianos y anticipando esa deconstrucción que tanto se alaba en La consagración de la Primavera de Stravinsky (y ahora que pataleen los académicos). A lo que vamos a asistir es a un constante devenir de motivos que se enredan unos con otros y se mezclan con pretendidos sentimientos. Y también, no lo olvidemos, por un juego de posición de los timbres (grupos instrumentales) por ocupar nichos emotivos: metal, timbales, cuerdas, madera cada uno se aferra por momentos a un motivo y lo exprime al máximo.
    De ahí, el poder arrebatador de la coda, que termina con un auténtico torbellino de tensión al reducir el motivo a un obsesivo efecto sonoro, casi ruido, que se despliega por separado en cada rupo instrumental (como en la Sinfonietta de Janaceck)
  2. Largo. Forma lied,  A B A, en el que cada parte está separada por una referencia explícita al tema del primer movimiento. Es más, la famosa melodía que domina este largo, no es más que una derivación del motivo principal del primer movimiento.
    Me gustaría destacar que tengo inevitablemente asociada esta melodía a un perro con una maleta que se marcha de casa, un anuncio televisivo que marcó época. Una prueba de lo mediatizado de esta obra.
    Por cierto, ¿soy el único que nota en el final un guiño a las gaitas fúnebres irlandesas? Muchos comentan el tono de espiritual negro del tema, pero no encuentro ninguna referencia a este matiz, que para mí es evidente.
  3. Scherzo - Molto vivace. El más nítido de todos los movimientos, el que más me gustaba de chico, y en el que más reconocía la "música del oeste". Sin duda, el que mejor refleja la herencia del "jovialismo violento" beethoveniano. Al final, una vez más, vemos cómo se impone el motivo principal del primer movimiento, anticipando ya lo que va a venir.
  4. Allegro con fuoco. Una vez más, forma sonata. Tras una rápida introducción, que muchos reconocerán, aparece el contundentemente simple tema princial de este movimiento. En el desarrollo vuelven a aparecer los temas de movimientos anteriores, el largo y el scherzo. Hasta llegar a la reexposición, en la que da cuenta de todo el trabajo de transformación constante de motivos y el valor de los instrumentos (cuerdas, metal, flautas, madera, timbales...) cada uno con un valor expresivo (lírico, épico, trágico, narrativo... telúrico).
    Y, a continuación, una de mis codas preferidas todo el repertorio musical. Se levantan como dos titanes en conflicto el tema principal del último movimiento, y el motivo principal del primer movimiento (y toda la sinfonía). Una vez más tenemos un conflicto dialéctico, que yo describo así: un tema rotundo que pretende ser definitivo (el del cuarto movimiento) frente a un motivo que se ha quedado en lo esencial, que ha perdido su brillo y es casi tan sólo una idea. Y este conflicto trágico, se hunde y se levanta (muy al gusto de Dvorak) para terminar alzándose en una síntesis brillante, ambos motivos encajan a la perfección.  Pero lo realmente magistral es justo el final, el último sonido, en el que, sobre la ampulosidad del metal que se esfuma, se divisa el sonido débil, limpio y ligero de la flauta. Y así termina. 
Inserto aquí un video precisamente de la reexposición y la coda del último movimiento:



Para una descripción mejor de esta sinfonía remito a los comentarios de Leiter's Blues y Yolanda Sarmiento, propuestos por Músicoclásico. Muy interesante también la entrevista que ofrece ésta última página.

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domingo, 10 de julio de 2011

Romanticismo: W. TURNER

William Turner: Aníbal y su ejército cruzando los alpes, Inglaterra, 1812
Óleo sobre lienzo, 145 x 236 cm
Hay quien aún habla del Romanticismo como un periodo de ruptura, incluso de rebeldía, de una separación con los patrones y esquemas anteriores. Es más acertado, creo yo, entender que el Romanticismo es la consecuencia lógica del racionalismo del siglo XVIII. Los descubrimientos e ideas de la Ilustración estaban revolucionando la manera de ver el mundo. Esta nueva y tormentosa realidad que empieza a surgir en las artes, no es sino fruto de los hallazgos de Newton, Rousseau o Kant, entre otros. El Romanticismo es, en fin, la aplicación en el arte de los nuevos descubrimientos.
El mejor ejemplo de ello es William Turner. Para sus coetáneos, era un gran pintor que fue degenerando en la locura, y sus últimas pinturas eran consideradas como puros delirios, desvaríos. Eso pensaban también de las últimas obras de Beethoven o Goya. Y bueno, puede que sí fueran espíritus atormentados (como si alguien no lo fuera); lo que sabemos es que Turner trabajaba muy consciente de lo que estaba haciendo.
Turner parte de los últimos avances en óptica: La óptica de la luz de Newton o La teoría de los colores de Goethe. Desde ahí, descompone las estructuras compositivas clásicas con elementos nuevos de proporción, contraste y armonía. Su investigación y evolución lo lleva a producir en 1840 obras que deberían pertenecer al arte abstracto del siglo XX: quién lo puede negar viendo Interior de Petworth, Crepúsculo en un lago o Amanecer en Northam Castle. En este sentido, Turner ya se anticipaba en sus obras de acuarela, como Beethoven anticipaba en sus obras de piano lo que luego conseguiría en sus sinfonías o los últimos cuartetos.
Así pues, una de las consecuencias de los grandes autores es anular la perspectiva crítica por periodos o épocas. Paradójicamente, los genios románticos nos enseñan que el Romanticismo, el Clasicismo, el Barroco, cualquier periodo artístico, no existen, son ilusiones. Sólo hay un pintor y su obra, un compositor y su música. Decir que Bach es barroco, que Mozart es clásico, Beethoven romántico... es para echarse a reír. Y todavía pasarán siglos y la gente se lo seguiría creyendo.
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Posiblemente, la mejor obra de Turner para ejemplificar todo este proceso sea Aníbal y su ejército cruzando los Alpes. Realizada entre 1810 y 1812, podemos encuadrarla junto con el periodo de composición de la sinfonías de Beethoven o los grabados de Goya. Además, la anécdota de su concepción, de sobras reseñada, nos permite “revivir” los pensamientos constructivos.
  • Energía: (La línea) Lo más evidente es la innovación compositiva. Es difícil saber qué coincide con qué en los distintos planos: el sol parece más cercano que el ejército en el fondo, o la tormenta parece estar encima de cualquier parte. Es más, la tormenta misma no está enmarcada, se sale del cuadro; el protagonista de la imagen -la fuerza de la tormenta- está fuera del cuadro (algo así volveremos a ver después en obras como Fuego en el mar).
    No hay, por tanto, líneas que nos guíen la perspectiva, tampoco los equilibrios compositivos típicos de horizontales, verticales y oblicuas. Los polígonos de composición se sustituyen por supuestos conos de luz y fuga que se cruzan: el que cae en vertical iluminando desde el sol la parte izquierda, el cono de perspectiva que sugiere la ladera de la montaña y apunta de derecha a izquierda, el extraño cono de sombra invertida que apunta desde la parte superior derecha a la inferior, el extraño cono que nos saca del cuadro por la derecha...
    Sólo hay una dirección de líneas clara: la espiral que se forma en torno al sol. Esta espiral es, probablemente el elemento más característico de la obra de Turner, y la veremos aparecer una y otra vez en multitud de pinturas. En la construcción de esta espiral es fundamental la dirección, intensidad y carga de la pincelada. Así, esa materialidad de la pincelada (visible incluso a través de las fotografías del cuadro) da a obra la sensación de una pintura que aún está construyéndose. Esta “plasticidad” ya la vemos en Miguel Ángel o en Velázquez, por supuesto en Goya, pero será a partir del Impresionismo cuando será un valor principal la energía transmitida en la pincelada.
  • La Naturaleza: Este no es el cuadro de un paisaje; es el retrato de una fuerza de la Naturaleza. Esta idea es fundamental en el Romanticismo. Naturaleza se opone a Cultura y educación. Aquello del Ser que es trascendente, y está más allá de la comprensión directa, consciente, de lo investigado. La Naturaleza es el misterio. Pero curiosamente, esta verdadera Naturaleza es la que se está descubriendo a través de los avances científicos y tecnológicos: ese nuevo mundo de la energía, de la materia, de los organismos... todo esto que sabemos bien en los siglos XX y XXI.
  • El Yo: El individualismo es el principal hallazgo del racionalismo: “cogito ergo sum”, la famosa conclusión del Discurso del método de Descartes. Esto es, YO existo porque pienso. El pensamiento da entidad al Yo. Sin embargo, a medida que se va progresando en la filosofía del pensamiento, se va viendo que el Yo, el sujeto, se escapa a lo pensado y lo pensable. Hay en el yo también mucho de Naturaleza. Este proceso culminará con el descubrimiento del Inconsciente y las estructuras simbólicas de Freud y Lacan.
    ¿Dónde está el Yo en este cuadro? Pues es la oposición a la Naturaleza y es la naturaleza misma. Evidentemente, lo humano, lo figurativo de este cuadro apenas ocupa la octava parte del total, la delgada franja inferior, oprimida por el oscuro peso de la tormenta y por la impertubabilidad de la luz. Vemos figuras singulares que destacan del ejército, separadas, cada una con sus preocupaciones (teniendo en común el temor por la avalancha). Pero, para mí, el mejor representante del yo aquí son los elefantes, esos seres monstruosos empequeñecidos por la Naturaleza y por la distancia, pero que sobresalen en el horizonte de la multitud.
    Pero el Yo también es Naturaleza. El Inconsciente es esa enorme espiral de fuerza que lo domina todo en su movimiento. Y el Inconsciente es el verdadero Yo: lo irracional, lo incomprensible, lo misterioso, aquello que siempre está siendo rozado, bordeado por la conciencia, pero ahí, gigantescamente ahí.
  • Lo inefable: En la pintura, esto se traduce por una pérdida de la figuración. Cada vez es más difícil discernir los objetos. Sólo se ven manchas de color, que armonizan y tensionan. Pero que dejen de aparecer objetos en el cuadro supone la desaparición del lenguaje y su papel simbólico. El pensamiento desaparece, y va dando paso a la “impresión”. Turner fue de los primeros en hablar de que lo importante es causar una “impresión”.
    La desaparición del lenguaje nos aboca a “La Cosa”. Lo innombrable, lo omnipresente. Lo Real. Y ahí está la fulgurante lucha del romántico: el Ser que lucha contra la Naturaleza, el pensamiento que lucha contra la cosa, la arremolinada lucha del Inconsciente por liberarse de sí mismo y de su Destino.
  • Lo sublime: (El color) He aquí lo sublime, el nuevo concepto que entra en escena a partir del siglo XVIII. El arte ya no va a trabajar con lo bello, sino con lo sublime. El arte va a buscar esa “impresión”, casi mística, que le haga comprender su destino, comprender lo inefable, su ser. Pero la trascendencia romántica es imposible. Habían descubierto un monstruo para el que no estaban preparados (ni aún hoy). Lo más que consiguieron, en la mayoría de los casos, es señalar lo mejor posible que el monstruo está aquí.
    Es imposible, porque precisamente, esa paulatina pérdida de lo verbal aleja al arte de su capacidad de comprensión de la realidad, del yo, del sujeto. Sin embargo, como tantos analistas han destacado, lo que el arte consigue es sublimar al monstruo. El artista, con su arte, consigue sublimar sus propias angustias, miedos, obsesiones. Consigue desplazar nuevamente, aun de manera parcial, su inconsciente desde la Naturaleza a la Cultura.
    En este cuadro se ve magistralmente: la espiral se levanta desde la turba humana, se levanta hacia la oscuridad, sale del cuadro, ... vuelve y bordea el Sol y se diluye entre la luz. Esta imagen es realmente genial. Turner comprende que el arte pictórico se basa en tres componentes: materia (de la pincelada), luz y color. La academia quiere imponer un elemento más: la línea. Durante el siglo XVIII, el debate entre el color y la línea fue una de las discusiones académicas más fundamentales. Turner, desde la técnica de la acuarela, comprende que la línea es una ilusión. El pintor sólo tiene su materia: brocha, pigmento y movimiento. El cuadro sólo propone color, como un conjunto de tensiones y contrastes entre la percepción. Pero el objetivo verdadero es comprender la Luz.
    El objetivo de Turner, cuadro tras cuadro, es delimitar, atrapar ese brillo que vemos en el centro de sus cuadros, una y otra vez. A veces es una mancha informe, en muchas ocasiones es un círculo perfectamente delimitado. Esa nube de luz es su salvación. Ese círculo-sol es su elemento de sublimación. Por eso, para mí, su obra más elegante sería Paz, funeral en el mar. En ella el sol no se ve, pero por todas parte se intenta que aparezca ese fulgor. Aunque es una obra de un negro y blanco muy puros, si observamos con atención, podemos comprobar que todo el círculo cromático está reprensentado por todas partes. Es pues, la máxima concentración de sus estudios, de su estilo, de sus sentimientos... de su ser.

W. Turner: Paz. Funeral en el mar. 1842
desde paintingmania.com
El Romanticismo es un periodo bien paradójico, y la mejor prueba es su propio nombre: designa a la irrupción de lo monstruoso y violento en el arte, pero en el lenguaje usual ha pasado a designar el más tonto buenismo del enamoramiento.

Apuntes sobre Turner, Pintura y Romanticismo:
  1. www.william-turner.org/ Una página magnífica, con la obra completa de Turner.
  2. Selección de obras de Turner por Juan Carlos Boveri en su blog.
  3. Leiter comenta en su blog El Temerario remolcado a su último destino de Turner.
  4. Comentario de El Temerario conducido al desguace por Ignacio Martínez Buentga en su blog.
  5. Comentario de El puente de los suspiros de Turner por Laura Pais Belín, en Protecturi.
  6. Victoria García Jolly: "J. M. W. Turner. De lo bello a lo sublime" (revista), en Algarabía.
  7. Cristina Alejos: William Turner y la Filosofía de lo Sublime, en su página Pintura y Artistas.
  8. Carmen Blanco: De la invención del paisaje a la “moral del paisaje” como género pictório (pdf)
  9. Germán Hidalgo Hermosilla: El paisaje de la apariencia: una historia del paisaje a partir de una conferencia de John Ruskin (pdf) desde la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura de Barcelona, en UPC (Universidat Politècnica de Catalunya).
  10. Alberto Carlos Romero Moscoso: La restitución del objeto : de la deconstrucción del objeto pictórico a la hiper-estetización del mundo de los objetos (pdf), en la Universidad del Rosario.
  11. Turner. El paisaje romántico inglés. Tema desde la página del IES Manuel Bartolomé Cossío, en Haro (La Rioja).
  12. Goya y Turner en Dos formas de ver el siglo XVIII y los comienzos del XIX, por Alfredo Ramón (pdf).
  13. Liz Hentschel: J. M. W. Turner: Un pintor que se adelantó a su tiempo (Primera de Dos Partes), en LetrasKiltras. Y la Segunda de las dos partes.
  14. Helena Tur: Turner o el dominio de la luz, en el blog de La Miranda.
  15. María Minera: Turner y los maestros, en Letras Libres.
  16. Hugo Estenssoro: William Turner. El hombre que fue una época, también en Letras Libres.
  17. Otra vuelta de Turner; noticia de La Razón sobre una exposición en El Prado sobre Turner y sus maestros.