domingo, 18 de octubre de 2015

LO HUMANO: La caza asiria del león

El celebrado naturalismo de estas figuras avivaron mi tendencia interpretativa. Es propio del arte reflejar en cada uno sus propias ideologías y vivencias. Una escena de caza animal, algo hoy por hoy tan controvertido, puede ser espejo de la brutalidad del ser humano tanto como símbolo de su heroísmo y grandeza. Una escena de hace casi tres mil años aún nos conmueve ahora; si esto es así no es por su denotación, sino por el despliegue de connotaciones que genera.

INTERPRETACIÓN HISTÓRICA. Uno pasea por los salones del Museo Británico envuelto en una misma atmósfera asiria; pero recorre en pocos pasos doscientos o trescientos años de historia. Así, encontramos al menos dos escenas de caza:
  • El palacio de Asurnasirpal II (Nimrud, siglo IX a.C.) -galerías 7 y 8-, una escena triunfal en la que el rey aplasta con sus carros y su ejército a los agresivos leones. Se corresponde con el primer gran rey del "nuevo imperio asirio", cuyas agresivas campañas militares impusieron el domino asirio desde Babilionia hasta el Líbano.
  • El palacio de Asurbanipal (Nínive, siglo VII a. C.) -galerías 10-, toda una galería de relieves con la caza de leones como motivo. Este es, curiosamente, el último gran rey (el legendario Sardanápalo) de ese mismo "nuevo imperio asirio"; coincide con su momento de mayor explendor (la gran corte formada por su abuela Naqi'a) y extensión (dominio sobre todo el "creciente fértil"), justo antes de su inmediata decadencia, a la muerte del rey.
Es esta segunda serie la que se ha hecho más famosa. La caza del león se había convertido en un deporte en el que se celebraba la riqueza y el poder del monarca, triunfante de luchas intestinas. El periodo de paz y prosperidad, rebosante de obras culturales, resultó el postrero trampolín para la desintegración del imperio. Este patrón es muy frecuente a lo largo y ancho de la Historia.
En los relieves, es más fácil emocionarse con el dramatismo de los leones que con la habilidad atlética de pilotos y jinetes. A esto contribuye el cuidado hieratismo de las figuras humanas en contraposición con la gran variedad de posturas y escorzos de las bestias (justo al contrario que en el relieve de su antecesor).
Las figuras de leones y leonas sufrientes, siempre en lucha, pero siempre derrotados, acribillados, es un compendio para la gloria de los oprimidos, más que para la del opresor. La terrible ironía de estas representaciones se aviva con la riqueza y el realismo de los detalles. 

INTERPRETACIÓN PSICOLÓGICA. Cuando vi la escena que expongo en la imagen, me vino a la cabeza inmediatamente la alegoría del "carro alado" de Platón. Así, veía las variantes de esta nueva alegoría también como una representación de la psique humana. Todos los personajes y figuras que aparecen venían a reflejar alguna fuerza o postura o elemento de las pasiones y del pensamiento.
En primer lugar, hay más elementos y más expresivos que en la racional y esquemática síntesis de Platón. Además, la representación viva e irónica da pie a desarrollar más sutilezas. Iré, una vez más, por partes:
  • En este carro hay intención. No sabemos muy bien qué es lo que mueve al carro platónico. Se suele explicar como una búsqueda del conocimiento, de la verdad, para recuperar la pureza del alma.
    En esta escena del relieve asirio un león ataca directamente el carro arqueros y lanceros tienen que defenderse. Esto es irónico, pues son los leones lo que se defienden de los cazadores.
    En esta lectura en bucle, quiero interpretar el pensamiento como cazador y presa del conocimiento. Al mismo tiempo intenta comprender el surtido de estímulos que llegan desde fuera, tanto como defenderse de esa misma compresión y estimulación.
    Como ignorante, construye una imagen del mundo, y luego defiende esa imagen del mundo frente a nuevos estímulos que lo enturbian. Fracasa, siempre fracasa, y vuelve a crear una nueva imagen que le obligará a defenderse de nuevo. El bucle de la intencionalidad.
  • Lo humano son las fieras. Si en Platón el alma se desglosaba en los componentes del carro, es decir, caballos y auriga, ¿qué serían aquí las fieras? Platón dice que el alma divina del hombre ha caído en la falsedad de lo material y lucha por reincorporarse. Las bestias serían esos demonios que torturan al alma en el infierno de las ilusiones materiales, que no son más que su propia ignorancia, y la amenazan con una auténtica muerte.
    Esas pasiones ignorantes y sufrientes, vienen siendo satanizadas por la cultura platónico-cristiana de nuestra civilización occidental desde entonces. Sin embargo, a pie de calle, se siguen celebrando ritos más o menos descaradamente brutales. Nuestras pasiones nos gobiernan. Más aún cuando tienen que defenderse de una razón que intenta imponer un sentido y una moral que no les son propias. Las pasiones que somos nos destruyen al intentar protegernos. La razón se angustia al tratar de gobernarse a sí misma.
  • Varios aurigas. Los pilotos de estos relieves, he dije, son más bien hieráticos. Actúan como máquinas marciales. No parecen el elemento rector de la escena, sino un objeto consecuente. Así, la razón que creemos rectora y agente de nuestra persona consciente tampoco es tal, sino un mecanismo más de nuestro pensamiento, una pasión mecánica pero consciente de la ilusión yoica.
    Además, en el carro de la imagen no hay un único habitante. Está el auriga, atento solo a los caballos. Están los guardias, detrás y atentos a la caza. Está el rey, más exhibicionista que eficaz. Aparentemente todo el carro forma una unidad, ¿bien coordinada? ¿Por qué ha de ser así? Probablemente el auriga no sepa bien lanzar, ni al guardia le preocupe destacar. Como personas que son, lo más probable es que no se conozcan unas a otras. ¿Qué armonía ha de haber más que su coyuntura común?
    ¿Quién es quién? El caballo es el tiempo y el carro es el reino. ¿O al revés? El rey es quien gobierna y los esclavos escultores los que se exhiben. ¿O al revés? Cada uno a lo suyo.
  • Animales muertos por los aires. La ausencia de perspectiva hace parecer que los animales yacen en el cielo. Sus cuerpos flotan con más ligereza que las lanzas y las flechas. Hay una imagen en la que un león aparece atravesado en la sien, y sin embargo recuerda a un perro que salta con una grácil pirueta para alcanzar el palo que le lanza su dueño. Justo delante del carro de la imagen hay una leona boca abajo que desafía toda lógica visual.
    Una vez más, son los animales, que yo quiero que sean aquí las pasiones, los que consiguen trascender. Superan el realismo, el humanismo y rozan la abstracción vanguardista. Su sufrimiento, su fiereza y su muerte crean una atmósfera mucho más interesante que los actos pretendidamente humanos.
Una vez más me ha salido una entrada bien larga. Con todo, si aún hay algún apasionado que quiera seguir a la caza de más matices para este mundo, voy dejando caer algunas páginas.
  • Saetas asirias, leones persas. Jaime nos habla sobre el arco y la caza asiria en su blog La flecha de madera.
  • La cacería de leones de Asurbanipal en su palacio de Nínive. Magnífica presentación de Alfredo García en su blog Alargos, Arte e Historia, blog educativo de Historia del Arte. 
  • Visita virtual: Assurbanipal y la caza de leones, un remoto afán de naturalismo. Otro repaso blanco sobre negro a estos magníficos relieves, por parte de J. M. Travieso para Domus Pucelae.
  • Leona herida de los bajorrelieves de Assurbanipal. Buena selección de fotos y comentario en Las imágenes del arte, página de J. Miguel Gual López, Salvador Navarro Sánchez, Francisco Navarro Jódar para el IES "Los Albares".
  • La leona herida. Comentarios a la joya de la colección, por parte de Laura Prieto Fernández para La guía 2000 y otro por parte de Carlos Rodríguez Mayo en su blog Relatarte.

lunes, 12 de octubre de 2015

M. C. Escher: PARADOJAS


desde su página oficial
http://www.mcescher.com/

Tesela y mosaico. Debido la naturaleza fractal de los objetos, su condición aparece como paradójica. ¿Qué objeto no está hecho de otros elementos, también objetos, que lo componen? Igualmente, ¿qué objeto no es un elemento para una composición aún más compleja? Los objetos son nítidos a nuestra concepción, pero sus límites son ilusorios. Entonces, ¿cómo definirlos?

Y aquí entra  el componente más complejo: el lenguaje. La mayoría de los objetos vienen acompañados de su nombre (cada palabra es otro objeto). En la mayoría de los sustantivos, esa dualidad no nos presenta problemas: distinguimos el objeto y su palabra. ¿Qué ocurre con las demás palabras, verbos, adjetivos, sustantivos abstractos? ¿Dónde está el objeto? El texto, pues, es el mosaico que convierte los objetos en partes de otros textos. Y la realidad, creemos, es algo distinto al resultado del texto.

Objeto y representación. La relación entre significante y significado es una dimensión obviada por la mayoría de los pensamientos. Casi todos los discursos (científicos, históricos, morales...) olvidan que trabajan no con la realidad, no con los objetos, sino con los textos, las palabras, y olvidan que esos objetos más que reales son el significado de sus significantes en función.
Rápidamente olvida el ojo que la imagen que percibe no es el objeto mismo. El niño, que dibuja como puede, rápidamente ve en esas pocas líneas, en esas pocas manchas, su casa, su padre, su madre. Pero en la palabra, la relación entre significado y significante es arbitraria. En cada momento comunicativo esa relación está tentada de despegarse de la convención, de la memoria. Los significados son seres en fuga. Pero creemos más en ellos que en los objetos mismos, que en las palabras mismas. Idolatramos fantasmas.

Creador y obra. Asumimos que el objeto es el resultado de su creador, porque el efecto es consecuente a su causa. Todo objeto está continuamente provocando efectos en otros objetos, y no por eso los llamamos creadores de obras. La creación exige una intención. ¿Podríamos intención en la hierba que genera su hermosa y compleja flor? ¿Dónde está el límite en el que podemos sí o no personificar el mundo?
Una persona es creativa, no dudemos de eso. Una persona tiene intención. Crea objetos. Esos objetos son el resultado de lo que esa persona es, de su momento. Pero esa persona que percibe el objeto creado, antes, durante y después de la creación, ¿no se ve afectada por el objeto? Así pues, su propia creación la está creando. Hablamos de los autores, pero sólo tenemos sus obras. Y no tenemos sus obras, sino nuestras lecturas.

Observador y objeto. Rápidamente olvida el ojo que la imagen que percibe no es el objeto mismo. Rápidamente olvida la mente que no es el ojo el que ve, sino ella misma. Persona, ¿eres tesela o mosaico? Ves por ti misma, por el resultado de tus neuronas o por el resultado de tu cultura, de tu sociedad. ¿Quién va al objeto libre de prejuicios y encuentra lo que realmente algo es, sin percepción, sin memoria, sin significado? Y si observamos personas, ¿qué cuidados tendremos?
Una persona es un objeto, en el sentido de que es algo, que puede ser percibido. En la psicología del espejo, el ser humano es capaz de percibirse a sí mismo. Como observador se juzga, como objeto es juzgado. La mirada lo construye. La mirada es el efecto de una construcción. En la mirada que se observa a sí misma, ¿quién observa a quién? Su momento es un bucle infinito.

La evidencia imposible. A diferencia de la fe, que cree ciegamente en algo que jamás será sensual, la experiencia más auténtica es aquella en la que lo imposible aparece ante nuestros ojos, nuestras manos. ¿Quién no quiere ser testigo de un milagro? Y ahora, esa percepción cuánto es de la realidad, cuánto del deseo. ¿En qué momento aprendimos a distinguirlos?
Nuestro saber, nuestra memoria, tiene que renunciar a sus leyes y sus códigos para dar cuenta del momento. Es lo contrario de lo que está acostumbrada a hacer. Tiene que separar memoria de percepción, percepción de objeto, objeto de sujeto. Mientras que está acostumbrada a creer, que sus recuerdos son hechos, que su imaginación es la realidad.



Imágenes desde Wikipedia y Wikiart