domingo, 27 de junio de 2010

LOS DIOSES: Kubrick, Spilberg, Williams, Aldiss... A.I.

A.I. Artificial Intelligence



Esta es para mí, la mejor secuencia de toda la película. En realidad son dos, pero su conexión es tan fuerte que no podría separalas: vamos, que me encanta el corte que han hecho para youtube. Hay en la película otros grandes momentos, de personajes o de fotografía o de acción; pero para mí este es el más emocionante. Cuando grandes maestros trabajan juntos, es difícil que el resultado no sea una obra maestra.
Veámoslo por partes:
  1. La separación (00:00). Apenas dura unos segundos pero es fundamental. La imagen del cuerpo alzándose mientras se nos cierra la puerta del anfibicóptero es magnífica. ¿Qué puede simbolizar aquí Gigoló Joe? Podrían ser muchas cosas; pero al margen de qué dos elementos (A ó B) son los que separa, creo que la clave es la separación misma. Aunque no sepamos lo que es, algo queda fuera.
    Y no perder de vista las palabras del personaje: "I was". Aquí sí, según intepretemos qué simboliza este robot, tendremos que entenderlas en un sentido o en otro.
  2. La inmersión (00:10). Es una bajada al infierno. Una bajada al inconsciente. ¿Y qué encontramos ahí?: las claves, los cuentos, los deseos. Pero también los restos de una antigua civilización, escondida. Y mucha oscuridad. Todos estos elementos son interpretables, susceptibles de recibir un significado. ¿Cómo interpretar la noria que deja atrapado al anfibicóptero en el deseo del personaje? Y qué magnífica imagen cuando se funden el rostro del robot y del hada.
  3. El narrador (04:30). Cuando todo queda paralizado, suspendido, aparece la voz del narrador, para suplir el paso del tiempo. En sus palabras se enreda esa paradoja de lo que cambia y lo que permanece. ¿Dónde está el verdadero cambio, en el mundo o en nuestro ser? ¿Dónde queda la verdadera permanencia? Y así pasaron cientos de años...
  4. El hielo (05:38). Comienza con un elegantísimo plano-secuencia, travelling imposible, que de alguna manera remeda la inmersión del anfibicóptero. Ahora parece aún más un viaje de investigación, más racional, más alejado del inconsciente. El abismo ha sido "llenado" por el hielo. La antigua civilización vuelve a ser accesible, pero el misterio está más escondido.
    También es interesante la idea de que lo importante no se pierde. A pesar de quedar atrapado durante siglos, bajo toneladas de oscuridad, sigue ahí. En cualquier momento puede volver a despertar.
  5. El encuentro (07:10). Se suceden numerosas imágenes que hacen referencia al imaginario mitológico: el caos (esa espuma de hielo), la sinapsis de la creación (la mano que despierta al robot), la quiebra de las ilusiones (el desquebrajamiento de la estatua)... Los robots, tienen la imagen ideal del los alienígenas de "Encuentros en la tercera fase", nos llevan a esa fantasía infantil spilbergiana: seres alejados del "yo", del egoísmo, mucho mejor conectados entre sí, pero sin dejar de ser individuos... sin máscaras. Seres que han llevado a otro nivel la apasionada búsqueda de David: el origen de los sueños, del inconsciente. "Quiero ser real".

domingo, 20 de junio de 2010

PURCELL: El Amor

ORAZIA:

They tell us that your mighty powers above
make perfect your joys and your blessings by Love.
Ah! Why do you suffer the blessing that's there
to give a poor lover such sad torments here?
Yet though for my passion such grief I endure,
my love shall like yours still be constant and pure.


To suffer for him gives an ease to my pains;
there's joy in my grief and there's freedom in chains.
If I were divine he could love me no more,
and I in return my adorer adore.
O let his dear life then, kind gods, be your care,
for I in your blessings have no other share.


The indian queen; Lyrics by John Dryden and Sir Robert Howard
Music by Henry Purcell


Como respuesta a la entrada anterior, este texto trata el sufrimiento en el amor sin ningún tipo de ironía (al menos que yo perciba). Sin duda, parte de unos pilares platónicos, que desarrollaré lo más rápidamente posible.
La situación es la siguiente: la pareja formada por la princesa inca Orazia y el joven general azteca Moctezuma es capturada por el malvado Traxalla, que se ofrece a liberar a Moctezuma si Orazia se somete. Esta canción sitúa a Orazia en la prisión. Con todo, este fragmento aisladamente ofrece más claves que la situación en la que se enmarca.
En primer lugar, encontramos un eje de coordenadas que se mueve entre lo divino y lo no-divino (lo mortal, diríamos, pero también la vida). En cierto modo, lo divino se queda con lo esencial del amor, pero está libre de la pasión y las tribulaciones mundanas. El sujeto se esfuerza aquí por conseguir un amor puro a pesar de su condición humana, pasional, sufriente.
Por otro lado, hay que atender a esa triple dialéctica entre "amor", "amante" y "amado". Lo más destacable es que el amado es también un sujeto amante (y no mero objeto) y se lo reconoce como tal, y por tanto los papeles son perfectamente intercambiables. ¿Cuáles serían estos papeles? Según interpretemos podríamos hacer un comentario y otro:
  • En la relación de una persona con otra: podríamos intentar ver cómo en este poema se relaciona altruísmo y masoquismo. Un tema sin duda escabroso, pero que promete conclusiones muy interesantes.
  • En la relación entre alma y cuerpo: al modo platónico, continuando la tradición que utiliza la imagen tópica del prisionero como símbolo de esa relación. Orazia, en la cárcel, representaría la voz del alma en su relación de amor con el cuerpo, ¿o al revés, el cuerpo que ha de liberar al alma que ama? Una vez más, ¿qué significado habría que otorgar al sufrimiento en un sentido o en otro?
  • En la relación entre el sujeto y su propio discurso: aquí ya me pierdo. Podría ser Orazia el sujeto defendiendo noblemente su discurso, ¿ante qué, que es Dios? O bien, Orazia representaría al "yo" en su relación con el sujeto. Claramente, no sé lo que digo.
  • En relación Dios (creador) con su obra (los seres): esta opción, que libremente podríamos considerar, aquí queda anulada. En efecto, Dios es algo distinto al sujeto amante o amado, y tampoco termina de ser exactamente el amor (¿o sí?). Recordemos que Dios "suffers the blessing" y "gives sad torments", sufre y ama como Orazia, al tiempo que ella aspira a un amor puro como el de los dioses. Es más, lo divino es el receptor, la segunda persona, el destinatario de todo este texto.
  • ¿Y podríamos atar aquí una relación autor-lector?
Y todo esto cohesionado con la música del Orfeo Británico, Henry Purcell. Difícilmente se puede imaginar una música más elegante que la del inglés. Aparentemente, esta canción parece sencilla. Sin embargo, a mi entender, consigue sacarle el máximo partido a varios elementos de la construcción melódica (motivos, repetición, modulación, equilibrio, variación...), como si fuera una pequeña joya engarzada de esencias. Es, pues, una estética muy barroca, en el gusto por la miniatura y el juego de conceptos (si esto tiene sentido en música), aunque muy renacentista (equilibrada) en su espíritu.
Si leemos las palabras tal y como están asociadas en la música (valorando las pausas y las repeticiones; atendiendo al juego de sonoridad menor y mayor; uniendo los versos 2, 6, 8 y 12 por el estribillo melódico; solapando las partes que se corresponden en ambas estrofas; añadiendo el sentimiento que pueda aportar la melodía), el texto se enriquece aún más. Yo diría que la música aquí aporta dos cosas fundamentales. La primera, veracidad. El texto resulta más creíble y convincente al estar estructurado por esta música. Hay un sentimiento mucho más patente en la música que en el texto. Pero la segunda aportación es la de belleza. El texto es más conceptual, barroco, que hermoso. La música, como ya he dicho, me resulta, ante todo elegante. Y esa elegancia nos facilita el acceso al sentir platónico del amor y del sufrimiento.

Y despues de tanto (una vez más no he conseguido ser breve), ¿qué podemos concluir? Ahora es cuando empieza el trabajo de leer el texto de verdad. Pero no puedo hacerlo aquí. Cada cual que vaya sacando sus propias conclusiones. El texto y la música ofrecen bastantes juegos de conceptos, figuras, asociaciones de ideas para analizar un punto de vista y otro.

¿Qué es realmente ese Amor,
que tanto merece la pena?

Nos dicen que vuestros excelsos poderes
perfeccionan vuestras alegrías y bendiciones mediante el Amor.
¡Ah! ¿Por qué toleráis la bendición allí
al dar a una pobre amante tan tristes tormentos aquí?
Pero aunque yo mantenga mi pasión como un sufrimiento,
mi amor será como el vuestro constante y puro.

Sufrir por él otorga un alivio a mi dolor;
hay alegría en mi sufrimiento y hay libertad en las cadenas.
Si yo fuera una diosa él no me amaría más que ahora,
yo, en cambio, adoro al que me adora.
¡Oh!, dejad su preciada vida, pues, amables dioses, a vuestro cuidado,
para mí, en vuestra bendición, no tengo otra demanda.
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domingo, 13 de junio de 2010

GÓNGORA:La ironía

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La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas distilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

amantes, no toquéis, si queréis vida;
porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas que a la Aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas
se le cayeron del purpúreo seno;

Manzanas son de Tántalo, y no rosas,
que pronto huyen del que incitan hora
y sólo del Amor queda el veneno.

A pesar de estar ante un poema de juventud (don Luis tenía apenas unos 23 años), y de tratarse de una traducción de un poema de Torquato Tasso, podemos ver ya cómo el genio apunta maneras. Si atendemos a las aportaciones netamente gongorinas (Ganímedes y la Aurora) comprobamos que la advertencia en contra del amor adquiere un nivel más trágico, más "irónicamente trágico".
¿En qué reside la ironía de este poema? En que la belleza es divina. ¡Cómo resistirse a la belleza de los dioses (la belleza de Dios).
  • El ejemplo de Ganímedes nos recuerda que el mismo Zeus atrapaba la belleza en cuanto tenía ocasión. ¿Puede ser entonces el veneno del amor algo nefando? Lo único claro es que amar la belleza como lo hacen los dioses tiene un precio: renunciar a la vida. Es posible que el amor realmente merezca ese precio.
  • La Aurora aglutina todos los elementos de belleza: la flor, el olor, las perlas (recurrentes), el seno... Pero también conlleva una alusión al paso del tiempo. En cierto modo, la aurora es el despertar, y el despertar es hermoso. ¿Cómo renunciar a los descubrimientos de la aurora sólo porque nos espere un día atormentado de búsquedas? El precio del despertar, del nacimiento, es el peso del tiempo, la muerte.
  • La última referencia mitológica, heredada de Tasso, también es muy interesante. Tántalo era el favorito de los dioses, aquel que fue invitado a probar precisamenten ese "licor sagrado". Era el hombre dispuesto a todo para ser uno más entre los dioses. Entonces él les dio de comer a su propio hijo; a fin de cuentas parece que era una práctica habitual entre los soberanos divinos (Crono, Zeus, y no olvidemos el recurrente sacrificio de los primogénitos, hasta el mismo Abraham). Tántalo fue castigado al hambre y sed perpetua. Interpretemos: el veneno del amor es el deseo... ¿Góngora nos previene contra el deseo o nos incita a desear? ¿Qué merece más la pena, la vida o el deseo?
  • Y ahora, hilvanemos. ¿De qué estamos hablando realmente? ¿Cuál es esa fruta divina, prohibida para el hombre? ¿Cuál es el verdadero alimento de los dioses? ¿Qué es aquello que nos despierta, nos envenena, nos lleva a la muerte, nos hace desear?

    Sería muy fácil responder. Sólo voy a dar una pista: "un humor entre perlas destilado".


Y, si alguien aún se empeña en ver aquí un aviso para los jóvenes ingenuos sobre los peligros del placer y del amor, si alguien necesita un ejemplo libre de ironía, que espere a la próxima semana. Con otro texto vamos a darle la vuelta a este poema.

domingo, 6 de junio de 2010

CÉSAR VALLEJO: El veneno y la culpa

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Quedéme a calentar la tinta en que me ahogo
y a escuchar mi caverna alternativa,
noches de tacto, días de abstracción.

Se estremeció la incógnita en mi amígdala
y crují de anual melancolía,
noches de sol, días de luna, ocasos de París.

Y todavía, hoy mismo, al atardecer,
digiero sacratísimas constancias,
noches de madre, días de biznieta
bicolor, voluptuosa, urgente, linda.

Y aun
alcanzo, llego hasta mí en avión de dos asientos,
bajo la mañana doméstica y la bruma
que emergió eternamente de un instante.

Y todavía,
aun ahora,
al cabo del cometa en que he ganado
mi bacilo feliz y doctoral,
he aquí que caliente, oyente, tierro, sol y luno,
incógnito atravieso el cementerio,
tomo a la izquierda, hiendo
la yerba con un par de endecasílabos,
años de tumba, litros de infinito,
tinta, pluma, ladrillos y perdones.

24 de Septiembre de 1937.

¿Adónde nos llevan las palabras de César Vallejo? El primer impacto nos sacude con una sensación convulsa de ternura, energía y libertad. El lenguaje se presenta abierto y difícil, lleno de posibilidades. Pero con paciencia, comprobamos que Vallejo sigue habitando esa prisión suya hecha de culpa y redenciones. Observémoslo:
  • El tiempo se confunde. Los polos día y noche están mezclados en el ocaso. Vallejo se ha “quedado” en un “todavía”. ¿Cuál es ese “instante” del que “eternamente” “emerge”, pero no quiere salir? En este sentido, no nos puede pasar desapercibida la periodicidad de las fechas clave de César Vallejo: otoño y primavera de 1917-1918, 1927-1928, 1937-1938.
  • Los polos se confunden. Día y noche, sol y luna, lo concreto y lo abstracto, el lenguaje y la abstracción, la madre y el hijo, el castigo y el perdón, lo sagrado y lo voluptuoso. Su escritura no es “terapéutica”, sino que está empapada de la misma turbulencia de sus pasiones. En César Vallejo sí que podemos decir que todo en él es sexualidad. Y que le corroe.
  • La acumulación. Si atendemos a las tres enumeraciones, veremos que en las tres se parte de elementos que apuntan a la dialéctica poética (comunicativa) y se vuelven en otros que apuntan a la pasión. Dos conjuntos se me antojan especialmente claves: “voluptuosa, urgente” y “ladrillos y perdones”. Pero la acumulación en sí también es interesante: de hecho el poema del día siguiente (“La paz, la avispa, el taco, las vertientes”) no es más que una gran enumeración. ¿Qué pasó ese verano, cuando César Vallejo vuelve de España y empieza a producir estos poemas, casi sin parar, luego en otoño; especialmente en este Septiembre? Rebrotaba su crisis deca-anual, esta vez definitiva. Y sabemos que la sentenció, no con estos poemas, sino con la obra teatral La piedra cansada.
  • ¿Y quién es yo aquí? Parece que con este poema, César Vallejo ha vuelto a su posición original: "Los heraldos negros". Una vez más se hunde en ese delirio mesiánico, en el que asume la culpa de todo el sufrimiento que le rodea. Efectivamente, él con su pasión provoca la tragedia, pero no la ve en su pasión, sino en el derrotero social. Con el comunismo quisiera salvar a sus hermanos. ¿Hasta qué punto él siente a España, que se divide, como a su “madre-patria”? A través de él ha de hallarse el perdón, porque en definitiva, suya es la culpa. Es sólo una hipótesis: “Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡yo no sé!”
Para nosotros, reduzcamos el sujeto del poema a su mera voz lírica, como hicimos en el caso de Walt Withman. Sigamos jugando a ver qué sale.
El lenguaje se sitúa a medio camino entre la ideterminación de lo real y lo universal de lo abstracto, como el alma platónica atrapada entre dos mundos. La palabra piedra no puede definir la piedra concreta; y tampoco podemos encontrar ningún ejemplo perfecto del universal “piedra”. Y si encima, nos dejamos llevar por ese margen de error y creamos la metáfora, la realidad se nos vuelve difícilmente accesible, tanto en la dirección de lo indeterminado como la de lo universal. ¡Pero si el lenguaje es constantemente metáfora y metonimia!
Traduttore-traditore. Hablar consiste en un constante traicionar la realidad. Y sin embargo, para el sujeto no hay otra realidad que la realidad del lenguaje. Y si hablo de mí mismo, me traduzco y me traiciono. Y si para colmo, yo no soy más que lenguaje e intento hablar de ese lenguaje que soy, hablar con el lenguaje... ¡es imposible! Soy innombrable, ¿divino?
Es fácil caer en el delirio mesiánico. Lo difícil es sacar de ello algo productivo. En la división está la clave. No es el mundo en devenir de la materia, ni el mundo nítido de las ideas. En la propia condición “pecadora”, “traidora”, “dividida”, es donde podemos encontrar el ser del sujeto. El perdón, entonces, es algo distinto a anular el pecado. Sería más bien reconocerlo. ¿Qué tipo de mundo está construyendo mi pecado?
El pecado es mi origen, y sin embargo...
¡he aquí al hombre! (se mueve)
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Y ahora, algunas páginas sobre César Vallejo:
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