They tell us that your mighty powers above
make perfect your joys and your blessings by Love.
Ah! Why do you suffer the blessing that's there
to give a poor lover such sad torments here?
Yet though for my passion such grief I endure,
my love shall like yours still be constant and pure.
To suffer for him gives an ease to my pains;
there's joy in my grief and there's freedom in chains.
If I were divine he could love me no more,
and I in return my adorer adore.
O let his dear life then, kind gods, be your care,
for I in your blessings have no other share.
The indian queen; Lyrics by John Dryden and Sir Robert Howard
Music by Henry Purcell
Como respuesta a la entrada anterior, este texto trata el sufrimiento en el amor sin ningún tipo de ironía (al menos que yo perciba). Sin duda, parte de unos pilares platónicos, que desarrollaré lo más rápidamente posible.
La situación es la siguiente: la pareja formada por la princesa inca Orazia y el joven general azteca Moctezuma es capturada por el malvado Traxalla, que se ofrece a liberar a Moctezuma si Orazia se somete. Esta canción sitúa a Orazia en la prisión. Con todo, este fragmento aisladamente ofrece más claves que la situación en la que se enmarca.
En primer lugar, encontramos un eje de coordenadas que se mueve entre lo divino y lo no-divino (lo mortal, diríamos, pero también la vida). En cierto modo, lo divino se queda con lo esencial del amor, pero está libre de la pasión y las tribulaciones mundanas. El sujeto se esfuerza aquí por conseguir un amor puro a pesar de su condición humana, pasional, sufriente.
Por otro lado, hay que atender a esa triple dialéctica entre "amor", "amante" y "amado". Lo más destacable es que el amado es también un sujeto amante (y no mero objeto) y se lo reconoce como tal, y por tanto los papeles son perfectamente intercambiables. ¿Cuáles serían estos papeles? Según interpretemos podríamos hacer un comentario y otro:
- En la relación de una persona con otra: podríamos intentar ver cómo en este poema se relaciona altruísmo y masoquismo. Un tema sin duda escabroso, pero que promete conclusiones muy interesantes.
- En la relación entre alma y cuerpo: al modo platónico, continuando la tradición que utiliza la imagen tópica del prisionero como símbolo de esa relación. Orazia, en la cárcel, representaría la voz del alma en su relación de amor con el cuerpo, ¿o al revés, el cuerpo que ha de liberar al alma que ama? Una vez más, ¿qué significado habría que otorgar al sufrimiento en un sentido o en otro?
- En la relación entre el sujeto y su propio discurso: aquí ya me pierdo. Podría ser Orazia el sujeto defendiendo noblemente su discurso, ¿ante qué, que es Dios? O bien, Orazia representaría al "yo" en su relación con el sujeto. Claramente, no sé lo que digo.
- En relación Dios (creador) con su obra (los seres): esta opción, que libremente podríamos considerar, aquí queda anulada. En efecto, Dios es algo distinto al sujeto amante o amado, y tampoco termina de ser exactamente el amor (¿o sí?). Recordemos que Dios "suffers the blessing" y "gives sad torments", sufre y ama como Orazia, al tiempo que ella aspira a un amor puro como el de los dioses. Es más, lo divino es el receptor, la segunda persona, el destinatario de todo este texto.
- ¿Y podríamos atar aquí una relación autor-lector?
Y todo esto cohesionado con la música del Orfeo Británico, Henry Purcell. Difícilmente se puede imaginar una música más elegante que la del inglés. Aparentemente, esta canción parece sencilla. Sin embargo, a mi entender, consigue sacarle el máximo partido a varios elementos de la construcción melódica (motivos, repetición, modulación, equilibrio, variación...), como si fuera una pequeña joya engarzada de esencias. Es, pues, una estética muy barroca, en el gusto por la miniatura y el juego de conceptos (si esto tiene sentido en música), aunque muy renacentista (equilibrada) en su espíritu.
Si leemos las palabras tal y como están asociadas en la música (valorando las pausas y las repeticiones; atendiendo al juego de sonoridad menor y mayor; uniendo los versos 2, 6, 8 y 12 por el estribillo melódico; solapando las partes que se corresponden en ambas estrofas; añadiendo el sentimiento que pueda aportar la melodía), el texto se enriquece aún más. Yo diría que la música aquí aporta dos cosas fundamentales. La primera, veracidad. El texto resulta más creíble y convincente al estar estructurado por esta música. Hay un sentimiento mucho más patente en la música que en el texto. Pero la segunda aportación es la de belleza. El texto es más conceptual, barroco, que hermoso. La música, como ya he dicho, me resulta, ante todo elegante. Y esa elegancia nos facilita el acceso al sentir platónico del amor y del sufrimiento.
Y despues de tanto (una vez más no he conseguido ser breve), ¿qué podemos concluir? Ahora es cuando empieza el trabajo de leer el texto de verdad. Pero no puedo hacerlo aquí. Cada cual que vaya sacando sus propias conclusiones. El texto y la música ofrecen bastantes juegos de conceptos, figuras, asociaciones de ideas para analizar un punto de vista y otro.
¿Qué es realmente ese Amor,
que tanto merece la pena?
Nos dicen que vuestros excelsos poderes
perfeccionan vuestras alegrías y bendiciones mediante el Amor.
¡Ah! ¿Por qué toleráis la bendición allí
al dar a una pobre amante tan tristes tormentos aquí?
Pero aunque yo mantenga mi pasión como un sufrimiento,
mi amor será como el vuestro constante y puro.
Sufrir por él otorga un alivio a mi dolor;
hay alegría en mi sufrimiento y hay libertad en las cadenas.
Si yo fuera una diosa él no me amaría más que ahora,
yo, en cambio, adoro al que me adora.
¡Oh!, dejad su preciada vida, pues, amables dioses, a vuestro cuidado,
para mí, en vuestra bendición, no tengo otra demanda.
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