domingo, 12 de febrero de 2012

CANTAR DE MÍO CID

[Tirada 63]

Aguijaba el comde  e penssava de andar,
tornando va la cabeça  e catándos atrás;
miedo iva aviendo  que mio Çid se repintrá,
lo que non ferié el caboso  por cuanto en el mundo ha,
una deslealtança  ca non la fizo alguandre.
Hido es el comde,  tornós el de Bivar,
juntós con sus mesnadas,  conpeçós de alegrar
de la ganancia que ha fecha  maravillosa e grand;
tan ricos son los sos  que no saben qué se an. (vv. 1077-1086)

Así termina el Cantar del destiero. Obsérvense las similitudes o simetrías con el comienzo del cantar (tiradas 1 y 2): la mirada atrás, el aguijar al caballo, la reunión con las mesnadas... Pero la diferencia es básica: esta vez es el señor, el conde don Ramón, el que se vuelve derrotado. Y no al destierro, sino a su propia casa. Efectivamente, en la actuación del Cid con el conde don Ramón (tiradas 62 y 63) es donde vemos cuál es el espíritu del Cantar de mío Cid.
  • El desvío épico. Por encima de las batallas, el esquema social, las lecciones de valor, de honor y todo eso que tanto se busca en la épica, cada relato épico levanta un esquema fundamental, que no es exactamtente el mismo que enuncia su discurso. Así, por ejemplo, la Ilíada no trata tanto del asedio de Troya, sino del pétreo corazón de Aquiles, de altas murallas: conseguir que el divino Aquiles, de pies ligeros, se quiebre y se vuelva humano, pise la tierra.
  • El destierro. El relato del Cid es la historia de un destierro. Pero no por su destierro real, sino por el destierro del Rey. En la Jura de Santa Gadea, todo el mundo comprende que el rey Alfonso no es un verdadero Rey. Y eso no puede quedar así: Dios, debe sentenciar ese desorden legal; pero lo hace, muy a su manera, castigando al justo para darle lecciones al pecador. Lo importante en el destierro del Cid es la pérdida del verdadero Rey.
  • La figura del padre. El relato del Cid es la historia de un hijo, el Cid, que, con su perfección, consigue que el padre, el rey, alcance la perfección que le corresponde y sea realmente Rey. Esta ironía nos la adelanta la Odisea misma. Con la "Telemaquía" inicial de la epopeya homérica, el poeta nos da la clave: el viaje de Ulises es la búsqueda de un padre perdido: los trabajos de Ulises para ser Padre-Rey. El Cid, por su parte, es la continua denuncia de un padre imperfecto, algo intolerable en la mentalidad medieval. ¿Cómo asumir la imperfección del padre cuando todos los hombres son "hijos" de Dios, "súbditos" en el Reino de los Cielos? Es curioso que, un héroe que encierra unos valores tan democráticos (los hijos dando lecciones al padre), haya sido utilizado como emblema de nuestra última dictadura. Pero si alguien necesita pruebas de esto que digo, veamos algunos versos:
"Dios, qué buen vassallo,  si oviesse buen señor" (v. 20)
Este es el verso más paradigmático de todo el Poema. Es la esencia del Cid hijo. Un hijo perfecto exige un padre perfecto. ¿Cómo es posible, Dios, que esto no sea así?
"Pues que por mí ganaredes  quesquier que sea dalgo,
todo lo otro  afelo en vuestra mano" (vv. 504-505)
Toda la tirada 24 es un juego de proporcionalidad según el clásico teorema de Tales. Minaya renuncia a sus ganancias en pro del Cid, como el Cid ha de renunciar a sus ganancias en pro de Alfonso (como el Rey debería renunciar a sus ganancias en pro de Dios, la Ley). Minaya es un ejmplo de hijo para su padre el Cid, como el Cid es un ejemplo de hijo para su padre el rey.
"Comed, comde, deste pan  e beved deste vino.
Si lo que digo fiziéredes,  saldredes de cativo;
si non, en todos vuestros días non veredes cristianismo" (vv. 1025-1027)
¿Qué es esto de que el hijo de de comer al padre? Es el hijo el que ofrece aquí su pacto de alianza, de perdón y de libertad. Pan y vino... pues a fin de cuentras el cristinanismo no es la religión del Padre, sino la religión del Hijo.
"El león quando lo vio,  assí envergonçó,
ante mio Çid la cabeça  premió e el rostro fincó.
Mio Çid don Rodrigo  al cuello lo tomó,
e liévalo adestrando, en la red le metió (vv. 2298-2301)
El león, el rey. No en vano es este un episodio tan famoso. Y no será la última vez que el Cid tenga que poner al rey en su sitio.
"Sed en vuestro escaño  commo rey e señor;
acá posaré  con todos aquestos mios". (vv. 3118-3119)
En pleno inicio del juicio por la afrenta de Corpes, ante toda la corte, aún el Cid ha de decirle al rey "aprende a estar en tu sitio". Tú eres el padre, yo soy el hijo. Actúa como padre en correspondencia con mi actuación como hijo. 
  • Y la paradójica libertad. ¿Qué busca el hijo sino salirse de los brazos de su padre? Ese destierro, ese estar fuera de casa, ese estar en la calle haciendo travesuras, campando a sus anchas, sin más ley que su propia imaginación... ¿no es la libertad soñada de todo hijo? Pero este no es un relato sobre el hijo rebelde, sino el del hijo ejemplar, que lo que quiere es construir al Padre. Es curioso que con el destierro, lo que el Cid tenga que conquistar sea su libertad. Y también en este sentido el poema da su lección sobre lo que es la libertad (que aprendan los falsos hijos y aprendan los falsos padres), nos lo deja muy clarito: "tan ricos son los sos  que no saben qué se an".

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