domingo, 19 de febrero de 2012

LA AMBIGÜEDAD: Bodhisattva Guanyin

Bodhisattva Guanyin
11th/12th century A.D.
Polychromed Wood
95 x 65 inches (241.3 cm)
Chinese
Shanxi Province
Liao Dynasty
(A.D. 907-1125)
Purchase: Nelson Trust [34-10]

The Nelson-Atkins Museum of Art. Kansas City, Missouri

El propio concepto de "bodhisattva" es ambiguo. Por un lado sitúa a un ser en el camino de la iluminación máxima; pero por otro, el "bodhisattva" aún está apegado al mundo. Tal y como yo lo entiendo, sería el grado máximo antes de alcanzar el Nirvana y convertirse así en un Buda (que me perdonen los entendidos que tengan la exclusividad del pensamiento budista). En cierto modo, el Bodhisattva sigue ejecutando una "renuncia" a la iluminación perfecta, sin embargo, debido a su elevado grado de iluminación, es un ejemplo heroico para el mundo. Ciertamente, es paradójico.
Además, el significado de Guanyin (o Quanyin) como "bodhisattva de la compasión" es un término redundante. En la idea misma de "compasión" encontramos esa ambigüedad paradójica del bodhisatva: la "empatía" y el "apego". En cierto modo, nos recuerda al valor del héroe occidental, aunque sus características y su visión sean bien distintas.
Es fasciante recrearse en esta antigua talla china de madera. Encontramos ambiüedades por todas partes. Tiene un aspecto femenino, pero su pose es masculina (o al revés). La pose misma es a la vez tensa y relajada, algo firme y algo indolente. Su expresión podría reflejar tanto serenidad como picardía. Sus detalles son tan sencillos como recargados y el conjunto es tan barroco como clásico. Tal vez sean oposiciones viciadas de nuestra mirada occidental, que la cultura oriental pueda asimilar con más facilidad en estas imágenes (aunque me da que la oposición entre oriente y occidente es un espejismo más de la estupidez occidental).
Claro, podríamos recrearnos con más comodidad si incorporáramos la imagen en esta página. Pero al investigar por internet, sólo he encontrado fotografías celosamente guardadas por sus propietarios. De ahí que al final haya desistido de poner ningún enlace. El que esté interesado que recurra a titánico Google y realice sus propias búsquedas. Ahora bien, este percance me da pie a hablar de otras interesantes ambigüedades. (Al hacerlo me doy cuenta de que, aunque parto desde lo más concreto y material, el espacio, hasta lo más abstracto, la identidad, en realidad mi discurso se mueve desde lo más abstracto, la existencia, hasta lo más concreto y material, la propiedad; quedando el saber como nexo intermedio)
  • La ambigüedad del espacio. ¿En qué consistiría el "aquí", en esta cultura nuestra del enlace? Una página 2.0 que está hecha de links, y elementos prestados de otras páginas... se convierte en un collage de código informático. Los que estamos aquí, ¿dónde estamos? Por no añadir la dimensión espacial pretendidamente "real". Mientras leéis o mientras escribo, ¿dónde estamos, en nuestra habitación o en estas letras?, ¿y en qué momento, en el vuestro o en el mío? ¿Qué lugar es este que pudiera llamar "este lugar", que no esté hecho de lo que ya sé de otros lugares? ¿Cuál es el verdadero límite de los objetos?
  • La ambigüedad del saber. Qué es el saber es una cuestión que no podría resolver ahora. Demos por hecho que sabemos qué es el saber. El saber nos rodea. En realidad sólo tenemos acceso al saber, y no a la realidad misma. Y ese saber procede de fuera, pero también de nosotros mismos. Sin nuestro saber no podríamos reconocer el saber que hay fuera; pero sin el saber que hay fuera no tendríamos saber. Por otro lado, observemos cómo hoy dia, nos rodea más saber que en ningún otro momento de la historia. Con un ligero movimiento de mano o de dedos tenemos a nuestro alcance cientos de imágenes, videos, textos, traductores, música... Y sin embargo, vemos día a día que el hombre se pierde en tres o cuatro elementos y no mejora su saber. Incluso a veces parece que vuelve atrás. Después de milenios de bibliotecas, después de un siglo de medios de comunicación de masas, después de décadas enteras de internet... ¿es el hombre realmente más sabio?
  • La ambigüedad de la propiedad. La relación de propiedad y de pertenencia ya es algo ambigüo y casi cómico en su ironía. Pero hay algo que últimamente ya no me molesta, sino que me hace sonreir: la "propiedad intelectual". ¿Realmente alquien puede sentirse propietario de un saber? ¿No le debemos al saber una profunda pertenencia? En internet se ve claramente: mientras más protegen su propiedad, más trabas le ponen al saber, y, por tanto, también le ponen más trabas al conocimiento de ellos mismos. Véase, por ejemplo, la dificultad de acceder a esta imagen (anónima, para más inri; la propiedad de los fotógrafos impiden el conocimiento más eficaz de la fotografía). Pero, al mismo tiempo, es por el concepto de propiedad que existe este museo y podemos conservar esta obra de arte. Es por el egoísmo de los fotógrafos que podemos acceder a esta imagen quienes estamos impedidos por el espacio. Y, por último, no sé qué será más eficaz para el saber, si mi enlace inmediato y gratuito, o la costosa necesidad de una búsqueda.

Todo esto se enlaza en la idea de bodhisattva. ¿Es más valioso el Buda desapegado o el Bodhisattva compasivo? ¿Es más eficaz la entrega gratuita o la reserva costosa? ¿Es más valioso el saber o la ignorancia? ¿Es más real el espacio del objeto o su concepto? ¿Pertenecemos o somos propietarios de nuestra identidad?

4 comentarios:

  1. Entrega gratuíta, que cuesta.
    Saber la ignorancia.
    Llegar a la realidad del objeto.
    Conocer nuestra identidad, y luego veremos si pertenecemos a ella o ella nos pertenece.

    Así lo resumo...¿así se podría resumir una vida plena?

    ResponderEliminar
  2. Genial. Publicar implica renunciar a lo publicado.

    ResponderEliminar
  3. Enseñar implica no-decir.

    ResponderEliminar
  4. ¿Cómo, entonces, publicar una enseñanza?

    ResponderEliminar