domingo, 9 de septiembre de 2012

SÉNECA: Razón y opinión.

.....Mientras erremos de acá para allá sin seguir a otro guía que los rumores y los clamores discordantes que nos llaman hacia distintos lugares, se consumirá entre errores nuestra corta vida, aunque trabajemos día y noche para mejorar nuestro espíritu. Hay que decidir, pues, a dónde nos dirijamos y por dónde, no sin ayuda de algún hombre experto que haya explorado el camino por donde avanzamos, ya que aquí la situación no es la misma que en los demás viajes; en éstos hay algún sendero, y los habitantes a quienes se pregunta no permiten extraviarse; pero aquí el camino más frecuentado y más famoso es el que más engaña.
.....Por tanto, nada importa más que no seguir, como ovejas, el rebaño de los que nos preceden, yendo así, no a donde hay que ir, sino a donde se va. Y ciertamente nada nos envuelve en mayores males que acomodarnos al rumor, persuadidos de que lo mejor es lo admitido por el asentimiento de muchos, tener por buenos los ejemplos numerosos y no vivir racionalmente, sino por imitación.
.....De ahí esa aglomeración tan grande de personas que se precipitan unas sobre otras. Lo que ocurre en una gran catástrofe colectiva, cuando la gente misma se aplasta, nadie cae sin arrastrar a otro y los primeros son la perdición de los que siguen, puedes verlo suceder en toda vida; nadie yerra sólo por su cuenta, sino que es causa y autor del error ajeno. Es dañoso, pues, apegarse a los que van delante; y como todos prefieren creer que juzgar, nunca se juzga acerca de la vida, siempre se cree, y nos perturba y pierde el error que pasa de mano en mano. Perecemos por el ejemplo de los demás; nos salvaremos si nos separamos de la masa.
.....Pero ahora la gente se enfrenta con la razón, en defensa de su mal. Y sucede lo mismo que en los comicios, en los cuales los mismos que han nombrado a los pretores, se admiran de que hayan sido nombrados, cuando ha mudado el inconstante favor; aprobamos y condenamos las mismas cosas; éste es el resultado de todo juicio que se falla por el voto de la mayoría.

Lucio Anneo Séneca: Ad Gallionem de vita beata, I. (58 d. C.)

Siempre me ha maravillado la sensación de actualidad que tienen los clásicos. Con ello me justifico mi predilección por los textos antiguos y mi desconsideración a tanto panfleto nuevo. Así podréis intuir claramente cuál es mi perspectiva. Con todo, si ya los sofistas nos dieron a entender este poder caótico del discurso (un mundo de selva ideológica por encima del mundo de caos material), es hoy día, con los mass-media, con la televisión, con internet y sobre todo con foros tan dinámicos y versátiles como twitter, cuando podemos percibir en toda su fuerza el vertiginoso océano del discurso humano.
Visto desde nuestra posición, lo que Séneca propone es paradójico. Porque tal como lo plantea, de todas las dinámicas de discurso posibles, prefiere seguir aquella que tenga un criterio de verdad, o de razón, la verdadera sabiduría. Y él mismo reconoce que ese no es el discurso más transitado. Ahora bien, ese criterio de verdad implica un punto de fe en la idea, en la razón, en el maestro. Ese punto de fe, hoy se consideraría impensable; a esto hemos llegado.
Hoy diríamos, no que Séneca pensaba, sino que era un filósofo de la escuela estoica. Y haríamos hincapié en la fragrante contradicción entre sus libros y su estilo de vida; como si esa apreciación fuera un logro de nuestra perspeciva histórica y no un legado de los cronistas latinos suyos contemporáneos. Hoy no intentaríamos adentrarnos en el pensamiento de Séneca (que a quién le importa si pudiera tener razón o no) sino a conectar sus ideas con cualquier cosa que se nos ocurra, e incluso a hacer los malabarismos necesarios para sujetarlos (bien dicho, sujetar no las ideas, sino los malabarismos mismos) a nuestro interés. O tal vez eso no se haga hoy sino yo.
Y podríamos decir que nuestra civilización occidental ha seguido el curso de ese camino propuesto por Séneca, paciente, de la razón, la ciencia. Habrá quien diga que la tecnología, titánico übermensch, es buena prueba de ello. Pero precisamente, "liberado" por su tecnología, el hombre occidental experimenta hoy la fe democrática en todos los discursos, cada cual el suyo y afín a sus más extravagantes semejantes. Y a lo que guarda una fe estructurada en un sistema más nivelado se le llama Edad Media o lo oriental, o ciencia. Más o menos.
Porque ciertamente, no hay prueba más contundente de lo imprevisiblemente dinámico y convulsivo que se ha vuelto el discurso occidental, que twitter, sus trending topics, sus movilizaciones masivas, su tormenta de ideas, su inusitada competitividad. Y quien pretenda, en política, en moral, en salud, en saber, encontrar un camino de baldosas amarillas, un ascético sendero de ascensión espiritual, un idiológico programa de soluciones... las lleva claras; porque por fin hemos recuperado para la humanidad a Iris multicolor, la mensajera de los dioses, que nos calza cada día a nosotros mortales con sandalias de eternidad. 
Tenemos, por tanto esta otra opción, que es la que abomina Séneca y que es la que creo que viene a llamarse Posmodernidad. Y el último gran paradigma estético de esta opción la observamos en el movimiento Superflat. Una explosión convulsa de todo, de todos los valores, de todas las ideas, de todos los sentimientos, de todos los objetos, atrapados como en el alfiler del ahora.
Se trata de dejarse romper por el castigo mongol de la caótica tensión de discursos. Rápidamente se puede comprobar que eso no es del todo posible. Siempre sobreviven restos de perspectiva. Pero si llegáramos a la utopía de la destrucción, al final encontraríamos el punto esencial donde se sitúa cada sujeto. El yo y su circunstancia; el yo, su circunstancia y su perspectiva. Se trata, pues, de dejarse romper por el caos de perspectivas para que no haya más circunstancias que el momento, ni yo más egoísta que el vacío; o acaso el vacío es imposible.
El que haya ido siguiendo este blog, se habrá dado cuenta de que en cierto modo es un paseo imposible hacia esa utopía sin espacio, por las utopistas que son los comentarios de texto (hermenáutica): dar rienda suelta a las ideas de unos y de otros, a destapar ideas de los objetos, a tratar las obsesiones propias y ajenas como objetos de los que sacar nuevas ideas, en un trabajo siempre parcial, pues en el mejor de los casos inventaríamos nuevas obsesiones que tratar como objetos con que generar nuevos discursos dignos de ser comentados.

1 comentario:

  1. "Normal? Que es normal? En mi opinión, lo normal es solo lo ordinario, lo mediocre.

    La vida pertenece a esos individuos raros y excepcionales que se atreven a ser diferentes"


    Nada importa más que no seguir.

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