los que en verso hizo culto
el licenciado Nasón,
bien romo, bien narigudo,
dejar el dulce candor
lastimosamente oscuro
al que túmulo de seda
fue de los dos casquilucios,
moral que los hospedó
y fue condenado al punto
si del Tigris no en raíces,
de los amantes en frutos.
Luis de Góngora: Fábula de Píramo y Tisbe.
Góngora y el Culteranimo. Góngora, el príncipe del estilo "lastimosamente oscuro", ¿es el responsable de su culteranismo? O más bien es la cultura, la que inevitablemente ha de dar fruto a un personaje como Góngora. ¿Quién es el resposable hipócrita lector último o primero de la realidad de una obra?
En este fragmento, merced al intrincado hipérbaton, a la ambigüedad sintáctica, a la salida de tono constante, Góngora nos enseña a leer. En este fragmento, ¿qué es sujeto de qué?, ¿cuál es el complemento de qué objeto? Quienes consideren que hay una respuesta correcta que sancione gramaticalmente este enunciado, serán "condenados al punto".
Pero no sólo eso. Este es el fragmento del romance que hilvana los elementos de autor, personajes y símbolo. La confusión de sujetos y objetos multiplica las posibilidades y nos lleva a plantearnos todas las posturas de responsabilidad, no ya en este poema, sino en la compartida realidad.
Píramo y Tisbe: Es la persona el responsable último o somos meros personajes al arbitrio de una responsabilidad más alta. Y lo que dijéramos de Píramo y Tisbe, habríamos de decirlo igualmente de Ovidio, de Góngora, de ti, de mí y del otro. ¿Somos autores o personajes? ¿Somos reales o ficticios?
El autor: es el responsable de la muerte (y la vida) de sus personajes, tanto el autor original, como el primer traductor (Ovidio Nasón), como el último traductor (Góngora); si bien éste último ya denuncia con su ironía este asunto de la responsabilidad. Si Ovidio los hizo morir, el mismo Góngora los podría haber salvado, pero prefiere la denuncia. Y tú lector, puedes obedecer la lectura propuesta o traicionar con tu lectura alejada, el texto. Y yo explicarte el texto con ideas que no son fieles al texto. ¿Quién es el verdadero autor de un texto? ¿Y de nosotros como texto?
La sociedad: "bien romo, bien narigudo" hace alusión a la moral de la época que separaba a cristinanos viejos (romos) de los conversos (narigudos). Igual que ahora la moral sigue segregando tanta división de clases, de ideologías, de afectos. Cada cual toma partido, asume y defiende una posición, que en realidad no tendría por qué asumir, ni mucho menos defender. Y se teje al otro sin entrar en el Otro.
La ignorancia o la inocencia: ("dejar el dulce candor") Se dice que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento. Ciertamente, las piedras no saben nada de la Ley de Gravitación Universal cuando caen. He aquí un nada baladí debate entre el ser y el saber. ¿Somos lo que sabemos? o es que "ser" es ya "saber", y lo que llamamos "saber" es otra cosa. Y desde luego, no parece que (ni el ser ni el saber) sea la dulce felicidad.
La muerte: ¿Cuál es el lugar de la muerte de Píramo y Tisbe? Es acaso el suelo donde fallecieron, o la urna donde reposaron sus cenizas. O acaso el moral que creció en su lugar. Son Píramo y Tisbe los frutos del moral que es la muerte (o el árbol es la vida); o bien son meros alimentos del gusano (el poeta) que con su seda (el poema) teje la verdadera realidad de la persona y de la muerte. ¿Por qué existen hoy Píramo y Tisbe, porque vivieron, porque amaron o porque murieron?
El símbolo: La persona, decimos, toma partido por su símbolo. El símbolo es anterior. La cultura es anterior. Y lo que queda de la persona es un nuevo símbolo: su tumba, su nombre, su poema... Pero el símbolo no es exactamente esa actualización que hace la sociedad como partido, ni el pensamiento que actualiza el símbolo en la persona. El símbolo no es más que un significante, cuyo significado, no olvidemos, es arbitrario.
Y el perdón: Que a nadie se le escape que las aguas del Tigris mantienen sin culpa las raíces del moral.
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