domingo, 1 de enero de 2012

Génesis

11 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 
3 Y dijo Dios: Sea la luz;  y fue la luz. 4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. 5 Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.
6 Luego dijo Dios: Haya firmamento en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. 7 E hizo Dios el firmamento, y separó las aguas que estaban debajo del firmamento, de las aguas que estaban sobre el firmamento. Y fue así. 8 Y llamó Dios al firmamento Cielo.
Y fue la tarde y la mañana el día segundo.
9 Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. 10 Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. 11 Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. 12 Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. 13 Y fue la tarde y la mañana el día tercero.
14 Dijo luego Dios: Haya luminarias en el firmamento de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, 15 y luzcan en el firmamento de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. 16 E hizo Dios las dos grandes luminarias; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. 17 Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, 18 y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. 19 Y fue la tarde y la mañana el día cuarto.
20 Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. 21 Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. 22 Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. 23 Y fue la tarde y la mañana el día quinto.
24 Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. 25 E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno. 26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. 29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. 30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así. 31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.  
2 1 Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. 2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. 3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. 

Voy a intentar no exponer en este comentario ninguna conclusión. Muchos son los que han sacado de este texto las ideas que más les han convenido, y se las han creído. Yo, esta vez, voy a intentar hacer algo distinto: describir y analizar la composición del texto. Y las conclusiones las dejo para otros o para otro momento.

Lo primero que quisiera destacar es la estructura. Los seis días están perfectamente estructurados en dos partes simétricas:
  1. Día primero: "La luz". Separa el día y la noche.
  2. Día segundo: "El firmamento". Separa el cielo del suelo.
  3. Día tercero: "Lo seco". Separa el mar y la tierra + Creación de las plantas.
En paralelo a estras tres partes, en los tres siguientes días, se introducen diferentes elementos, correspondientes a cada uno de los niveles:
  1. Día cuarto: en relación con la luz, crea señales que marquen la diferencia entre el día y la noche.
  2. Día quinto: en las aguas del suelo, crea los peces; en las aguas del cielo, los pájaros.
  3. Día sexto: en lo seco, crea a los animales (bestias y reptiles), + crea al hombre.

En segundo lugar, habría que señalar una serie de ideas:
  • Dios: Es una entidad anterior y superior a cualquier otra. Sin embargo, coexiste en una atemporalidad con su obra: los cielos y la tierra. El origen del universo no es un origen en el tiempo. Dios aparece como sujeto, y los cielos y la tierra como objeto. Y esa es toda la relación (como si fuera poco).
  • Los cielos: No puede entenderse como un lugar, ya que aún no está separado de la tierra. Los cielos son un vacío oscuro.
  • La tierra: En realidad se concibe como "aguas", en la misma imagen que el caos egipcio o el Océano primigenio de los griegos. Confusión. Estos, pues son los objetos del sujeto original: el vacío y la confusión.
  • La luz: No es un elemento material ni energético. No parte de ningún lugar ni de ningún momento. Siendo el día primero aún no podemos situar ni siquiera el tiempo. La luz es simplemente una separación entre un no-ser (la oscuridad) y un ser (el día). Y así surge el día primero (y único, en ese momento).
  • El firmamento: Una vez más se trata de una separación. Si la luz separaba un ser y un no ser en el abismo del cielo, el firmamento separa un ser "a" y un ser "b" en la confusión de las aguas. Obsérvese que no es una relación tan de oposición como la "noche" y el "día". El cielo y el suelo es algo estructural, pero tan confusas siguen siendo las aguas del cielo como las del suelo. Simplemente ahora hay dos lugares: arriba y abajo. Lo que surge es el espacio. Por tanto, el día segundo tampoco es exactamente un concepto temporal. Son dos momentos que marcan un ser sin espacio y un ser espaciado.
  • Lo seco: Aquí surge la materia, con una imagen muy general. Para nosotros valdría cualquier concepto definible, no-caótico. Póngase aquí tanto lo que entedemos como materia, como la energía o lo cuatificable. "Lo conocible" podríamos decir. Y en el mismo momento se aplica la diversidad. Como en una lógica numérica, al modo griego: partiendo de "ser", "no-ser", "a", "b", en el momento en que eso se aplica, se sustenta en algo, ya puede surgir cualquier cosa, cualquier significado.
    El hecho de que esa diversidad sean las plantas, no deja de incorporar lo biológico en el mismo proceso material. Son dos creaciones distintas, lo material y lo biológico, pero unidas por un mismo día, un mismo bloque.
  • Las señales: Si en algún lugar podemos entender alguna referencia temporal, sería aquí. Sin embargo, aunque habla de días, años, estaciones... más importante parece la relación entre la señal (las distintas luminarias) con la realidad. Algo que ya está separado vuelve a separarse. Nos recuerda la relación entre significante y significado. El sol está para que se sepa qué es la luz. La Luna y las estrellas están para que se sepa qué es la oscuridad.
    Las señales "presiden", "señorean". Hay en estas señales un sentido de ley.
  • Aves y peces: En realidad no tienen un sentido muy distinto unos de otros. La intuición de este mito los equipara, y ciertamente se pueden observar en ellos ciertas similitudes: vuelan por el aire como nadan por el agua, se agrupan en bandadas como se agrupan en bancos. Su comportamiento es sencillo y caótico, como las aguas o los vientos. Es una animalidad muy básica, lejos aún de un sentido más complejo de lo vivo. Pero es un sentido de vida ya más complejo que el marcado con las plantas. Lo que de caótico y organizado pueda tener un pensamiento (animal o pensamiento simplemente).
  • Los animales y el hombre: De la misma manera que el día tercero tiene dos creaciones, también sucede así en su pareja, el sexto. Podríamos, por tanto, aunar al hombre en la categoría de animal; pero al mismo tiempo, el hombre se sitúa en una categoría distinta. ¿Cuál? Los animales se multiplican y diversifican, como las plantas. Pero el hombre se mantiene, en su repruducción, en fiel imagen y semejanza de Dios.
    Esta imagen y semejanza no es la diversidad, sino la idea de diferencia misma. Si las plantas y los animales son una proliferación de los valores de separación marcados por los diferentes momentos, el hombre permanece idéntico en su valor de análisis.
    Y hay en el hombre cierta presidencia cierto señorío, como las señales.
  • El séptimo día: Este concepto es una genialidad. ¿Qué sentido tiene? ¡¡Cómo se le ocurre hablar del cansancio de Dios!! ¿Es el séptimo día el día del narcisismo divino? Por un lado parece una burla; por otro, sustenta la que tal vez sea la ley fundamental del judaísmo: el sabat. Algo no cuadra; y si falta algo, ¿qué debería haberse hecho en ese día? Yo tengo mi teoría particular, pero ya dije que no voy a exponer conclusiones.
Por último, he de dejar clara una ironía textual: el tiempo. El comienzo del Génesis parece estructurado para explicar la división semanal. Por tanto, el Génesis es tanto un relato del origen del universo como un relato del origen del tiempo. Esto queda marcado por la insistencia retórica: "y hubo tarde y mañana del día primero, segundo, tercero..."
Pero (y esto es una obviedad enorme) en ningún momento se dice "y Dios creo el tiempo" o "y surgió de ahí el tiempo". El concepto "tiempo" no aparece. Así que, por qué hemos de entender estos días como momentos temporales, y no simplemente como hitos conceptuales. Por ejemplo, si leemos con atención, entendemos que la "tierra" anterior al día primero no debe entenderse como tierra, sino como "aguas" lo no-formado; tampoco los "cielos" como el cielo, sino como el vacío, la oscuridad, lo no-conocido; igualmente, la separación de dos lugares en las aguas puede entenderse como la separación de dos entidades caóticas; y la tierra del día tercero ya hemos dicho que cuadra con muchos "significados" "materiales".
Así pues, los siete días del Génesis no tienen por qué entenderse de una manera temporal. ¿Qué momentos son estos entonces? Establecen puntos de relación en un proceso lógico. ¿Y cuál es el orden lógico? ¿Cuál de los dos cabos está más cerca del sujeto? Y si el proceso es circular, es decir, si se unieran el descanso del séptimo día con el estado inicial de confusión, entonces, podemos partir de cualquier momento y recorrer esa lógica en una dirección y otra.

Y ahora que cada cual interprete significados (le saldrán, ya sabe, flores y bestias, o tal vez, el "ser" humano).

(1 de Enero de 2012)

1 comentario:

  1. Tu los has dicho ,cada uno es libre de interpretar ,la biblia es un libro al que se le ha dado muchas interpretaciones ,prueba de ello es que existen miles de denominaciones religiosas como consecuencia.Me ha gustado mucho tu post porque lo he encontrado muy intertesante. Gracias.

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