martes, 2 de enero de 2018

La identidad. SHAKESPEARE, soneto 123


                                      123

No! Time, thou shalt not boast that I do change:
Thy pyramids built up with newer might
To me are nothing novel, nothing strange;
They are but dressings of a former sight.


Our dates are brief, and therefore we admire
What thou dost foist upon us that is old;
And rather make them born to our desire,
Than think that we before have heard them told.
 

Thy registers and thee I both defy,
Not wondering at the present nor the past,
For thy records and what we see doth lie,
Made more or less by thy continual haste.
 

   This I do vow and this shall ever be;
   I will be true, despite thy scythe and thee. 


William Shakespeare (1609)

La ironía vertebra esta secuencia de sonetos (122-126), una ironía enraizada en el "no": la negación de la evidencia.
En efecto, dado que somos testigos del tiempo y sus cambios, ¿cómo nos resistimos a admitir que uno mismo, cada cual, está sujeto a esos mismos cambios? Vemos cómo la defensa de la integridad, de la libertad e independencia personal es más que frecuente. Sin embargo, se valora ser fiel a unos "principios" y mantener una coherencia en el discurso personal. Acaso se valoren, no a pesar de, sino precisamente para recriminar al otro su falta de coherencia, su falta de integridad. Y si, en tantos otros, somos testigos de sus incongruencias y de sus desvaríos, ¿cómo no uno mismo? A no ser que después de verlos, no los hayamos visto.
Una antigua solución al problema dicta: "no hay nada nuevo bajo el sol". Pero esta solución es irónica en muchos aspectos. Apuntaré aquí sólo uno de ellos: si nada nuevo hay, tampoco las personas, que se jactan de ser únicas, irrepetibles, son nuevas, sino repetición de las personas que ya eran antes. En este soneto, las pirámides bien pueden referirse a los muertos habitantes que ellas visten ("dressings"). Cuando leemos el famoso adagio del Eclesiastés nos resulta aceptable dar esa vanidad a las cosas, pero no tanto a uno mismo como persona actual. 
Algo es lo mismo o es distinto tanto en función de lo que es como en función de quién o cómo se mira. Cualquier cosa es susceptible de ser identificada, bien por semejanza, bien por diferencia. La exclusividad es tan ilusoria como la inclusión, o tan real. ¿Es entonces la identidad resultado de nuestra decisión ("born ton our desire") imprecisa ("more or less"), de nuestra paciencia o nuestra prisa ("haste") a la hora de juzgar la naturaleza de los objetos y lo sujetos?
Admitamos que el tiempo y el cambio domina el mundo. También a uno mismo. Así, sea posible la novedad, a pesar de lo que diga Salomón o Will prometa. Si cambiamos, nuestros recuerdos y nuestra manera de recordarlos también cambiarán. Entonces, ese pasado que recordamos de una manera en un momento y de otra en otro, también habrá cambiado. El pasado, que parece ser siempre el mismo, y que pretendemos inalterable, también está cambiando, haciándose nuevo cada dos por tres. 
Ahora bien, ninguna decisión hay en ese cambio del pasado. Esa fantasía nuestra de viajar el pasado y modificarlo a nuestra convenienca es una ironía trágica de la memoria. Porque, en efecto, el pasado cambia con nuestra mirada torticera de cada vez, pero no por nuestra voluntad. Y como el pasado nuevo nos hacer mirar las cosas de nueva manera, tampoco es nuestra decisión el grado de semejanza o diferencia que otorgamos a las cosas. Pero bueno, también sabemos que nuestras decisiones son en alto grado ilusorias y no merece la pena seguir por ahí.
Por último, recalquemos la ironía de la conclusión del soneto. "Thee" puede referirse tanto al tiempo como al lector (como al supuesto destinatario de los sonetos). La identificación de persona-tiempo como una misma cosa y una cosa múltiple a la vez es evidente. Relación directa guarda esto con el futuro (pasado) del propio Shakespeare como persona, cuya identidad es puesta en duda y adjudicada a múltiples candidatos más ¿creíbles? ¡Qué menos que sonreír cómplicemente ante la "sinceridad" de Will en estos versos!
¿Qué guadaña es capaz de cortar la identidad del bardo inmortal? Retomemos la teisis inicial: si nada nuevo hay, si las leyes físicas son siempre las mismas y todo evento y objeto es una forma repetida de las antiguas formas, de dónde viene nuestra ilusión de novedad y diversidad. Es el viejo problema de los griegos. La respuesta es la ignorancia, el olvido, la estrechez de nuestra mirada ("our dates are brief") que es limitada y discontinua. Una vez más, nuevamente, lo que define el límite de las cosas y de nosotros mismos es el olvido.

                         CXXIII

No alardearás, Tiempo¹, de que yo cambie:
los monumentos² erigidos con más nuevo poder 
nada nuevo son para mí, nada extraño,
no son sino los ropajes de una antigua manera³.

Nuestros plazos son breves y, por eso, nos admiramos
de lo que nos impones que es antiguo,
y antes se les hace nacidos a nuestro deseo
que pensar que ya habíamos oído hablar de ellos.

Tú y tus registros yo los desafío,
no me asombra el presente ni el pasado,
pues los recuerdos⁴ y lo que vemos mienten,
hechos más o menos por tu continua prisa.

Así doy fe y así será siempre⁵;
yo seré sincero a pesar de la guadaña y de ti. 

  1. Time¹: la personificación del tiempo es absoluta, hasta el punto de atribuirle el principal pecado de los humanos, la soberbia. Está llamando "Tiempo" al destinatario; si hilamos con la anécdota amorosa de estos sonetos, reprocha al amante que actúa como el tiempo mismo en sus reproches. Finalmente, señala cómo el tiempo, la ilusión de cambio y permanencia, es precisamente producto de esa pretensión de identidad del yo (y he aquí el alarde, la soberbia).
  2. Pyramids = monumento²: He elegido forzar esta traducción para mantener la ambigüedad de "them" en los versos 7-8. "Ellos" pueden ser, efectivamente, las pirámides, tanto como cualquier cosa que se nos antoja como nueva, ya el tiempo la haya propuesto como nueva o le haya dado el prestigio de lo antiguo. Si consideramos la metonimia apuntada anteriormente, donde las pirámides son índice monumental de sus habitates, tomamos a la persona misma como monumento nuevo o repetición de algo antiguo. Por otro lado, monumento serían también estos sonetos, tumba de Shakespeare y su amante. Y, en la medida, en que este soneto es una promesa irónica, unimos la identidad de texto, persona, promesa y tiempo.
  3. Sight³: Esta palabra hace de vértice entre lo objetivo y lo subjetivo. Es la "vista", en cuanto objeto o paisaje que aparece por ser mirado. "Espectáculo". Al traducirlo por "manera" y no por "forma" me desvío hacia el concepto de "estilo", dándole naturaleza no por cómo se componen sus elementos, sino por la mirada que se le destina (objetos compuestos para ser mirados de una manera determinada vs. la mirada a la manera determinada en que están compuestos). Obsérvese, además, con qué cuidado"dressings" es concreto, plural y "sight" ¿abstracto? singular.
  4. Records⁴: en inglés, esta palabra hace referencia, más bien, a "documento", "registro", "archivo"; sin embargo, su origen latino sí está directamente relacionado con la memoria. Este término conecta con el campo semántico desplegado en el soneto justo anterior, del que "registers" sería otra muestra. Da a este soneto una nueva dimensión: el ser humano cuenta con dos memorias, la psicológica y la histórica. La capacidad de tergiversar la Historia (algo que el propio Shakespeare hace con sus tragedias) a través de los escritos se conecta con la mutabilidad de la memoria psicológica. Los versos que aluden a las Escrituras, convierten este matiz en un apunte mordaz.
  5. This⁵: Lo traduzco por "así" para remedar la famosa sentencia de Los diez mandamientos («So let it be written, so let it be done», "así se escriba, así se cumpla"). Estos dos últimos versos del soneto podrían leerse como una perífrasis sarcástica del "amén" litúrgico. Entonces, "yo" podría ser Dios mismo, y "tú" la persona, o, al revés, podría ser la persona "yo" y Dios "tú"; y, en cualquiera de los casos, el tiempo, sentenciando.  Además, la intromisión de la guadaña no parece afectar en nada a la lógica desplegada en los demás versos anteriores. De la muerte, parece insinuar aquí que es prueba de alguna falsedad, cuando la principal verdad inalterable en un "mundo falso y pasajero" es, precisamente, esta.




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