domingo, 24 de enero de 2010

Niveles de lectura: La Celestina

MELIBEA. O sabrosa traición, o dulce sobresalto, ¿es mi señor y mi alma, es él? No me lo puedo creer. ¿Dónde estabas, luciente sol? ¿Dónde me tenías tu claridad escondida? ¿Había rato que escuchabas? ¿Por qué me dejabas echar palabras sin seso al aire con mi ronca voz de cisne? Todo se goza este HUERTO con tu venida. Mira la LUNA, cuán clara se nos muestra. Mira las NUBES, cómo huyen. Oye la corriente AGUA de esta fontesica, cuánto más suave murmullo y zurreo lleva por entre las frescas HIERBAS. Escucha los altos CIPRESES, cómo se dan paz unos ramos con otros por intercesión de un templadico VIENTO que los menea. Mira sus quietas SOMBRAS, cuán oscuras están y aparejadas para encubrir nuestro deleite. LUCRECIA, ¿qué sientes amiga? ¿Tornaste loca de placer? Déjamelo, no me lo despedaces, NO LE TRABAJES SUS MIEMBROS CON TUS PESADOS ABRAZOS; déjame gozar lo que es mío; no me ocupes mi placer.

(Fernando de Rojas: La Celestina. Acto XIX)
  • En VERSALES las acotaciones internas: a través de las propias palabras de los personajes se nos describe el decorado en que se ambienta la escena (recuerden que la recepción de La Celestina ha sido siempre la lectura, pese a burdos intentos audiovisuales).
  • En cursiva los elementos eróticos: las propias palabras de Melibea nos transmiten el amor y la sensualidad de la escena, gracias a elementos de función emotiva o a la simbología de algunos términos (obsérvese como se va haciendo cada vez más explícito acumulándose al final).
  • En negrita los símbolos trágicos: elementos que presagian la inminente muerte de Melibea y su amante, y que preparan al lector de manera inconsciente para lo que va a suceder.

Este texto es un magnífico ejemplo de cómo y por qué se realiza en literatura el despliegue retórico. El objetivo no es simplemente "embellecer el texto" o "resaltar una idea concreta", como suele explicarse (o simplificarse). El estilo cumple una función, y desentrañar los entresijos de esa función es el objetivo del comentario.
El fragmento pertenece al momento de la última visita de Calisto al huerto de Melibea. Es la antesala de un nuevo encuenrto amoroso, pero también del trágico desenlace de la obra. Si atendemos a lo que dice Melibea, obviamente esas no serían las palabras "realistas" de una muchacha al encontrarse con su novio. La parrafada del autor no responde sólo a una "manera" propia de la época y el periodo literario; sino que con la descripción del ambiente intenta "meternos en situación". Este es un recurso muy utilizado (y "muy" se queda corto) en toda la literatura: utilizar el paisaje para expresar las emociones o situaciones internas, anímicas, de los personajes, del autor y también del lector.

La unión aquí de elementos eróticos y sombríos consigue conectar el valor trágico de la pasión. El goce y su relación con la muerte también lo hemos tratado otras veces: Tosca, Lesbia... La pasión es una locura (así se consideraba especialmente en la Edad Media), el loco amor que enajena a los jóvenes.
Es destacable que sea aquí la mujer la voz del goce. En literatura, solemos tener muchas voces masculinas cargadas de ansiedad, falta, deseo. Precisamente en la Edad Media es cuando más voces femeninas encontramos, hablándonos precisamente del placer ausente. También esa tópica imagen de la naturalezaconfabulada con los amantes nos da una pista: la "madre Tierra".
Ahora bien, esa unión placentera siempre es rota. En poesía, aquí en La Celestina, en tantos ejemplos, el goce se torna algo arrebatado, algo inaccesible, algo prohibido... surgiendo así una nueva dimensión: el deseo.

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