jueves, 29 de marzo de 2012

Modest Mussorgsky: BORÍS GODUNOV


Hoy quisiera defender mi derecho a encerrarme en una biblioteca a estudiar. A alimentarme sólo del peso de los sabios. A no ser mortal. A ser un puro lector de significantes.
¿Aspiro al imposible? ¿Aspiro el imposible?
Vosotros, hombres contundentes, hombres de acción, hombres que sabéis y confiáis en vuestro saber. Aquellos que tenéis la mirada fija. Los que aún no habéis sido heridos por los ojos del fantasma.
Aquel que busca la gloria encuentra su perdición.

Borís Godunov es una ópera que llegó a mí muy lentamente. Incluso hoy aún no ha terminado de llegar. En estos días, en los que siento desvanecerse mi memoria, ya no puedo decir a cuento de qué está conmigo. Recuerdo que me conquistó desde la primera melodía del soberbio prólogo. Sin saber nada de la historia fui encontrado en su música piezas fascinantes. Y poco a poco hoy día dejo que se me vaya descubriendo.

He encontrado en YouTube la siguiente escena. Perfecta para el día de hoy, esta escena de la primera versión de 1869, basada en un drama de Pushkin de 1825, que desarrolla el ascenso, reinado y caída del zar Borís Godunov (1551-1605); representada en pleno 2010.
  • De la música quisiera destacar la tensión con que viaja de un sentimiento a otro, de un matiz a otro, de un estilo a otro. Esa melodía que se va tensando en el coro hasta estallar en un grito de desesperación perfectamente medido.
  • De la puesta en escena, me encanta el final, cuyo simbolismo es fácil de comentar.
  • Del diálogo... tened paciencia y atended frase por frase. Cada gesto es un hipervínculo a los temas que tanto nos acucian.
  • De los personajes, todos los críticos valoran la importancia de este pobre idiota. Desahuciado por todos, pero cuya voz se escoge para cerrar la obra.
También yo, pobre idiota, me hundo en la locura de nuestro común discurso: la cultura.

Modest Mussorgsky: Borís Godunov. Acto 4, escena 1 (versión de 1869)

lunes, 19 de marzo de 2012

Fray LUIS DE LEÓN: Al licenciado Juan de Grial

.....Recoge ya en el seno
el campo su hermosura, el cielo aoja
con luz triste el ameno
verdor, y hoja a hoja
las cimas de los árboles despoja.

.....Ya Febo inclina el paso
al resplandor egeo; ya del día
las horas corta escaso;
ya Éolo al mediodía,
soplando espesas nubes nos envía;

.....ya el ave vengadora
del Íbico navega los nublados
y con voz ronca llora,
y, el yugo al cuello atados,
los bueyes van rompiendo los sembrados.

.....El tiempo nos convida
a los estudios nobles, y la fama,
Grial, a la subida
del sacro monte llama,
do no podrá subir la postrer llama;

.....alarga el bien guiado
paso y la cuesta vence y solo gana
la cumbre del collado
y, do más pura mana
la fuente, satisfaz tu ardiente gana;

.....no cures si el perdido
error admira el oro y va sediento
en pos de un bien fingido,
que no ansí vuela el viento,
cuanto es fugaz y vano aquel contento;

.....escribe lo que Febo
te dicta favorable, que lo antiguo
iguala y pasa el nuevo
estilo; y, caro amigo,
no esperes que podré atener contigo,

.....que yo, de un torbellino
traidor acometido y derrocado
del medio del camino
al hondo, el plectro amado
y del vuelo las alas he quebrado.


PRIMERA PARTE: El otoño del mundo. A ritmo de anáfora vamos humanizando progresivamente el paisaje de la naturaleza. La anáfora nos aclara el espejismo temporal: no estamos en un antes ni un después, sino "ya". No deja al lector lugar a la dilación ni la postergación.
"Recoge ya en el seno el campo su hermosura" parece una calcada derivación del garcilasiano "coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto". El tiempo ya se ha encargado de coger lo valioso del tiempo, por eso es tiempo. Si el "carpe" aprehende, el tiempo "recoge" , lo hace suyo, dentro de sí, en su seno. Hay pues, en ese despojo otoñal una aprovechamiento espiritual.
Ese mismo sentido especular hay en la tercera lira: en la referencia a la grulla vengadora del poeta Íbico, y en los bueyes surcando versos en el suelo. La poesía y el estudio parecen "vengar" o compensar el apagarse del mundo. Hay en la palabra un sol alternativo al brillante Febo. La primavera del alma.
SEGUNDA PARTE: Tú en el tiempo. Las liras 4 y 5 son de una llaneza casi ridícula. Parece que el tiempo nos convidara irónico a la ingenuidad moral, a la gloria, al saber, a la felicidad; ilusiones aún más empalagosas cuanto, empapadas de tópicos, se rezuman esas rimas dilógicas "llama", "gana". El tiempo invita a ser un mal poeta que se diera pretensiones de grandeza.
Las liras 6 y 7, en cambio, explotan una finura y una maestría a prueba de cualquier análisis. La ironía se mantiene, el verdadero triunfo es el del error y el caos. Ahí es, humillando la cabeza ante su ley, donde hay que escribir. Bajo el dictado del Sol. Si en las anteriores brillaba clara la moral, en estas dos se intuyen las formas de la ética, difícil de describir.
TERCERA PARTE: Yo fuera del tiempo. El caos me posee. No me busques en el orden, temporal, moral, o poético; no estaré en lo nítido y tangible. Para encontrarme habrá que desviarse (entre laberíntico hipérbaton) del medio al hondo del camino, volar con alas rotas, pulsar sin plectro, leer entre líneas.
PARTE ENTRE LÍNEAS: Escogiendo los versos que nos dictan los encabalgamientos tendríamos poemas enteros, de un solo verso, característicos del siglo XXI (o quizá de todos los tiempos). Aquí una selección:
  • Recoge ya en el seno: Hagamos comentario de este poema, de los matices del "carpe" golpeados por el "re-", del "ya", de todos los significados posibles de "seno" para este poema de cinco palabras. Tercera persona presente o segunda imperativo. Es una obra magistral.
  • El campo su hermosura, el cielo aoja: Paralelismo que distorsiona los valores del cielo y la tierra, del bien y del mal, de la mirada como sujeto y como objeto, el ver y lo mirado (y este Luis aún no sabía nada de física cuántica). Y las Vanguardias ya nos enseñaron a leer: ¿cuántas sintaxis hay aquí posibles? Comenten, comenten.
  • El tiempo nos convida: Con vida ¿qué nos el tiempo? Y cuántas posibilidades hay en esa invitación. Cualquier cosa. Y el resto de las cosas e ideas, ¿también nos convidan o sólo el tiempo? Y si el tiempo no nos convidara... ¿qué? ¿Y de qué tiempo estamos hablando?
  • Alarga el bien guiado: "Guiado" como predicativo del sujeto da un poema; "guiado" como complemento del sustantivo "bien" da otro; "guiado" como núcleo del adjetivo "bien" da otro. Todos matices distintos de la clave "alarga", el imperativo: alarga el imperativo. La guía, la norma, el bien, la prolongación... ¿Qué os sugiere todo esto?
  • Error admira el oro y va sediento: Poema genial donde los haya, 350 años antes del Surrealismo... pero es que la lógica está clara: la relación entre el lo valioso del error, el deseo, la admiración... El error como sujeto es una genialidad. El error como sujeto de deseo es una genialidad. El oro como objeto de lo mirado por el error y como sujeto de la sed, siendo objeto el error... en fin.
  • Escribe lo que Febo: Escribe lo que es Febo. Escribe lo que Febo escribe. Escribe cuanto Febo haga... Sé el sol. Sé el objeto del sol. Sé el sujeto del sol. Con todo lo que el sol significa. Pero aún más importante, como lo hace el sol: escribe. Escribe. Escribe.
  • Estilo y caro amigo: ¡Qué hermosa dedicatoria! "Estilo" convertido en adjetivo... ¿qué significado tendría? Pero que mi amigo sea algo así como mi estilo, ¿no es hermoso?
Y no porque otros grandes cásicos hayan escrito grandes pensamientos, han de cohibirnos en nuestra pequeña novedad. Aunque lo antiguo te dicta, lo nuevo iguala y pasa favorable. Aquí pueden agolparse viejos y nuevos soberanos comentarios, que yo de un torbellino.
  • Fernando Lázaro Carreter: Imitación compuesta y diseño retórico en la oda a Juan de Gral. Santo entre los santos, allá donde los haya. Enlace desde Dialnet, Universidad de la Rioja. Hay muchos otros enlaces en la red a este artículo.
  • Emilio Alarcos Llorach: Tres odas de Luis de León. La primera, esta a Juan de Grial. También desde Dialnet; pero hay otros enlaces. Está recogido como "El proceso de interiorización de la Oda de Juan de Grial" en la antología de estudios de Francisco Rico: Historia y crítica de la literatura española I.
  • Margherita Morreale: Algo más sobre la oda "Recoge ya en el seno..." Esta vez desde Codex.Colmex. Véase también su libro Homenaje a Fray Luis de León.
  • Ricardo Senabre: El encabalgamiento en la poesía de Fray Luis de León. Desde la Biblioteca Virtual Universal; pero también disponible desde otros enlaces, como Cervantesvirtual o Dialnet.
  • Y bibliografía ampliable.



domingo, 11 de marzo de 2012

Goethe: FAUSTO II. El progreso.

EL TESORERO.- ¿Quién puede contar con los aliados? Los subsidios que nos habían prometido no llegan, como el agua de las cañerías averiadas. Además, Señor, en tus vastos dominios, ¿en qué manos ha venido a parar la propiedad? Doquiera que uno vaya, un nuevo dueño ocupa la casa y quiere vivir independiente, y ha de estarse uno mirando cómo lo hace. Tantos derechos hemos abandonado, que no nos queda un derecho sobre cosa alguna. Por otra parte, no se puede hoy día tener la menor confianza en los partidos, cualquiera que sea su nombre; que ellos reprueben o que aplaudan, amor y odio han venido a ser indiferentes. Los gibelinos, lo mimo que los güelfos, se ocultan para tomar algún descanso. ¿Quién piensa ahora en ayudar a su vecino? Bastante trabajo tiene cada cual para sí. Las puertas del oro están atrancadas; todo el mundo rasca, hinca las uñas y atesora, y nuestras arcas quedan vacías.
Johann Wolfgang von Goethe: Fausto II; Acto I, escena 2.

Pues sí, así se hablaba en Alemania hace doscientos años. Hoy, oímos hablar a las gentes y da la sensación de que su habilidad más débil es la memoria. De un invierno a otro olvidan el frío; ¿cuánto más aquello que ni siquiera conocieron, aquello que no se han dignado a escuchar? Las generaciones llegan nuevas al mundo, han de inventar, por su ignorancia, una y otra vez las mismas ideas. Y las ideas en su conjunto avanzan y vuelven a ritmos que les superan, a las gentes, como las borrascas en los ciclos del tiempo. Y nadie sabe por qué no llueve.
Patricios y plebeyos aún siguen disputando un buen pedazo del pastel de siempre perecedero, sin saber muy bien de dónde les viene su disputa. Los nombres han cambiado, los esquemas muy poco. Ni hambres ni guerras, ni epidemias ni terremotos, ningún golpe ha sido lo suficientemente fuerte en la tierra como para que el olivo de Atenea haya terminado de imponerse sobre el caballo de Poseidón.
¿Vamos a permanecer embelesados atendiendo al grandilocuente debate por los asuntos pretendidamente importantes? Tanto sea el esfuerzo por justificar algún aplauso. ¿O bien vamos a encerrarnos en nuestros adentros, buscando al menos un instante que pudiéramos llamar verdadero? Allí donde se respira soledad y silencio.
Las palabras del mundo parecen escritas por un oscuro bufón. Alzamos los ojos al color incomprensible del amanecer. Pero lo nuevo es otra cosa.

EL EMPERADOR.- Dime, bufón, ¿no sabes tú también alguna otra calamidad?
MEFISTÓFELES.- ¿Yo? No, en manera alguna, al mirar el esplendor que te rodea a ti y a los tuyos. ¿Podría faltar crédito allí donde la Majestad manda sin oposición; donde la fuerza está pronta a dispersar cuanto se muestre hostil; donde la buena voluntad, fortalecida por la inteligencia, y la múltiple actividad se tienen a mano? ¿Qué podría en este caso confabularse para el mal, para las tinieblas, allí donde brillan semejantes astros?
Johann Wolfgang von Goethe: Fausto II; Acto I, escena 2.

lunes, 5 de marzo de 2012

EL GRECO: El entierro del Conde Orgaz

El discurso paralelo

Un acabado como de apunte, como si el objetivo final fuera la perfección del boceto. Es ahí al lugar donde hay que llegar: la indeterminación, la incógnita, eso que viene a llamarse lo sutil por carecer realmente de nombre.

Cualquiera al enfrentarse a esta obra descubre a la primera que no se encuentra ante un cuadro, sino ante varios. ¿No es así de obvio?
Los objetos: La anécdota es, se supone, lo primero que percibimos. Vemos los rostros, sabemos incluso interpretar quiénes son y lo que hacen. Si sabemos eso, lo demás parece pasar a un segundo plano.
La geometría: Pero esta vez la geometría es tan obvia como el objeto mismo. La geometría dibuja nuevos cuerpos. La geometría divide diferentes escenas. Universos distintos dentro del cuadro. Universos distintos dentro de la mirada.
Lo celestial, lo terrenal, lo individual: El triángulo, cargado de dirección, de fuga, de inestabilidad de formas brumosas, de color. El rectángulo, estático, compensado, vaciado en su oscuridad, de la que brotan los cuerpos. El círculo, abstracto, irracional, cuyo punto en la tangente conecta con nosotros y lo irreal (porque no es realmente un punto, ni el centro, ni un círculo, ni siquiera es abstracto -sino lo más concreto del cuadro-).
El detalle y el conjunto: Cada mano, cada rostro, cada detalle, es una obra en sí misma. Y podríamos dedicar un blog entero para repasar cada rizo en la tela, cada brillo en la armadura, cada bordado, cada llama, y luego integrarlo fractalmente a la mano que pertenece, al cuerpo que lo sostiene, al grupo que forma... Porque cada detalle es a su vez un grupo.
El color y la línea: ¿Qué sucede en esta pintura? ¿Es el color el que crea las líneas o son las líneas las que dirigen el color? ¿De dónde surge la imagen de los objetos? ¿Dónde posicionar al Greco en esta polémica?
El espacio y el vacío: Es el plano material el que aísla los objetos en una contundente oscuridad. En el cielo todo es difuso, pero está repleto. ¿Esto es barroco o clásico? ¿Qué podía saber el Greco del vacío?
La luz: ¿De dónde viene la luz en este cuadro? Las llamas de las antorchas ¿son luz?
El discurso: y dentro del discurso (porque de todo esto se podría hablar y se ha hablado, de hecho)
-Lo religioso
-Lo artístico
-Lo histórico
-Lo psicológico
-Lo filosófico
La vivencia: ...

Utilizar un objeto como paisaje. Utilizar un paisaje como método. Siendo siempre el discurso el objetivo. Siendo siempre el ser el objetivo.

¿Acaso el bueno de Domingo concebía con el mismo interés que yo ahora mismo la perfección de esa transparencia blanca en primer plano? ¿Cómo se consigue transparentar la oscuridad? ¿Acaso no ha de ser esa la perfecta función de la luz, no ya iluminar objetos, sino transparentar la oscuridad?

Cada detalle nos lleva a su conjunto. No hablo yo, habla mi discurso en su conjunto. Habla la economía que rige sus detalles, su equilibrio de color y de líneas. Su valor. Su capacidad de transcendencia. (Pues qué podría decir un elemento, situado en un discurso, de otro discurso distinto: ¿qué diría la mano como luz de la mano como centro del círculo? ¿qué el color de la armadura del vértice del triángulo del objeto de  Cristo como palabra?)

Es el ser humano el que habla. O el universo mismo. Acaso ha de ser esa la perfecta función del pensamiento -no ya conocer objetos, sino transparentar la ignorancia-.


Y lo que otros dicen del cuadro:
  • Magnífico comentario de Zipi Literario Zape en su blog Los medios como metáforas.
  • Florián Yubero en La nave va.
  • Una buena guía de la mirada a la obra por J. Enrique Peláez Malagón en Clío.
  • Útiles apuntes y enlaces de Patricia Pérez en AupArte.
  • Buena exposición de la composición del cuadro por Héctor en ANR Héctor, puro arte.
  • Más que aventurada interpretación psicológica del cuadro en buenastareas.
Y lo que otros dicen del universo:
  • (redireccionando a la entrada de Babel en este mismo blog)
  • (redireccionando a la entrada de Fractales en este mismo blog)