lunes, 14 de mayo de 2012

EL QUIJOTE, Miguel de Cervantes

"¡Oh tú, bienaventurado sobre cuantos viven sobre la haz de la tierra, pues sin tener invidia ni ser invidiado, duermes con sosegado espíritu, ni te persiguen encantadores, ni sobresaltan encantamientos! Duerme, digo otra vez, y lo diré otras ciento, sin que te tengan en continua vigilia celos de tu dama, ni te desvelen pensamientos de pagar deudas que debas, ni de lo que has de hacer para comer otro día tú y tu pequeña y angustiada familia. Ni la ambición te inquieta, ni la pompa vana del mundo te fatiga, pues los límites de tus deseos no se estienden a más que a pensar en tu jumento; que el de tu persona sobre mis hombros le tienes puesto; contrapeso y carga que puso la naturaleza y la costumbre a los señores. Duerme el criado, y está velando el señor, pensando cómo le ha de sustentar, mejorar y hacer mercedes. La congoja de ver que el cielo se hace de bronce sin acudir a la tierra con el conveniente rocío, no aflige al criado, sino al señor, que ha de sustentar en la esterilidad y hambre al que le sirvió en la fertilidad y abundancia."

Miguel de Cervantes: El Quijote II, capítulo XX.

Se dice que hubo una vez un hombre que llegó a confundir discurso y realidad. Que el mundo entero, con enteros sus detalles, era como estaba narrado y descrito en los libros. Y así, quiso aplicar ese mundo y ese discurso a su propia persona, ponerlo, como suele decirse, en práctica.
Sólo fue ese hombre. Culpable él entre toda una humanidad de inocentes, ingenuos, ignorantes, que saben, que no han oído hablar jamás de las palabras, y no tienen más realidad, que la que pudieran nombrar delante de sus ojos, y actúan, lejos de la confusión.
Ese hombre no era nadie. Sólo un puro pensamiento, ya no contaminado por la acción. Pura acción, aún no contaminada por el pensamiento. Un hombre y su relato de amor. La ilusión de un instante sobre un mundo que se hunde.
Ese hombre es el amo de mi alma y el esclavo de mis ojos.

"Quién puede ser sino algún maligno encantador de los muchos invidiosos que me persiguen? Esta raza maldita, nacida en el mundo para oscurecer y aniquilar las hazañas de los buenos, y para dar luz y levantar los fechos de los malos. Perseguido me han encantadores, encantadores me persiguen, y encantadores me perseguirán hasta dar conmigo y con mis altas caballerías en el profundo abismo del olvido, y en aquella parte me dañan y hieren donde veen que más lo siento; porque quitarle a un caballero andante su dama es quitarle los ojos con que mira, y el sol con que se alumbra, y el sustento con que se mantiene. Otras muchas veces lo he dicho, y ahora lo vuelvo a decir: que el caballero andante sin su dama es como el árbol sin hojas, el edificio sin cimiento, y la sombra sin cuerpo de quien se cause."

Miguel de Cervantes: El Quijote II, capítulo XXXIII

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domingo, 6 de mayo de 2012

Lazarillo de Tormes: El buldero.

.....En el quinto por mi ventura di, que fue un buldero, el más desenvuelto y desvengonzado y el mayor echador dellas que jamás yo vi ni ver espero ni pienso que nadie vio; porque tenía y buscaba modos y maneras y muy sotiles invenciones.
.....En entrando en los lugares do habían de presentar la bula, primero presentaba a los clérigos o curas algunas cosillas, no tampoco de mucho valor ni substancia: una lechuga murciana, si era por el tiempo, un par de limas o naranjas, un melocotón, un par de duraznos, cada sendas peras verdiñales. Ansí procuraba tenerlos propicios porque favoreciesen su negocio y llamasen sus feligreses a tomar la bula.
.....Ofreciéndosele a él las gracias, informábase de la suficiencia dellos. Si decían que entendían, no hablaba palabra en latín por no dar tropezón; mas aprovechábase de un gentil y bien cortado romance y desenvoltísima lengua. Y si sabía que los dichos clérigos eran de los reverendos, digo que más con dineros que con letras y con reverendas se ordena, hacíase entre ellos un Santo Tomas y hablaba dos horas en latín: a lo menos, que lo parecía aunque no lo era.
.....Cuando por bien no le tomaban las bulas, buscaba como por mal se las tomasen, y para aquello hacía molestias al pueblo e otras veces con mañosos artificios. Y porque todos los que le veía hacer sería largo de contar, diré uno muy sotil y donoso, con el cual probaré bien su suficiencia.


ESTRUCTURA Y RECURSOS
  1. Presentación del buldero (párrafo primero). Esta parte está dominada por la hipérbole, apoyada por la enumeración, y una sintaxis acumulativa que, marcada por el polisíndeton, infla la aposición del buldero. Así, comienza con la misma pompa aparente con la que el propio buldero se presentaba a sí mismo. Esa exageración en el lenguaje está en sintonía con la religiosidad artificiosa e interesada que denuncia; es decir, en la denuncia de la bula, el propio Lázaro intenta vendernos su "bulo".
  2. Desarrollo metodológico (párrafos segundo y tercero). En contraste con la sintaxis acumulativa del párrafo anterior, aquí se despliega todo un organigrama lógico:
    -Primer paso (gerundio "En entrando"): el estímulo. Una vez más recurre a la enumeración. Se comprueba lo dicho anteriormente: esta enumeración de dádivas del buldero es como la enumeración de Lázaro al presentarlo. Y si en el primer párrafo predominaba la exageración, aquí se exagera el menosprecio de los dones: "cosillas", "no de mucho (litote)", "tampoco", "valor ni sustancia".
    -Segundo paso (gerundio "Ofreciéndosele"): la respuesta. Y ahora hay un análisis de las opciones:
    a) "Si decían que entendían"... la acción en castellano. Y una vez más nos ofrece una descripción basada en enumeración de rasgos. Con esto, podríamos deducir que Lázaro, quisiera asociarnos con unos lectores "que entienden" (utiliza al presentarnos al buldero también la enumeración).
    b) "Si sabía que los dichos clérigos" ... la acción en latín. Obsérvese además la perfecta oposición sintáctica entre las dos condicionales: en la primera, los clérigos saben y dicen, mientras que en la segunda, el buldero es el que sabe y los clérigos son dichos. En esta segunda opción, el recurso principal es la ironía ("reverendos", "un Santo Tomás"), en perfecta correspondencia con la estrategia del buldero, que habla un idioma que parece, pero no es.
  3. Acción práctica (párrafo cuarto). Si en el primer párrafo el buldero era el blanco de la mofa de Lázaro, y en el segundo los clérigos son las víctimas del propio buldero, ahora la manipulación tiene como objetivo a la gente del pueblo (y, desde luego, siempre al lector, pues este párrafo no hace sino prepararnos para el inmediato relato de la estafa del buldero).
    También aquí propone un planteamiento de alternativas; pero esta vez en torno a los conceptos de "bien" y "mal". De nuevo, la relación entre la forma de expresión y la crítica del contenido es perfecta, porque precisamente nos asocia con el discurso moral de la religiosidad económica de las bulas. Porque la bula es la gestión económica del castigo divino. Así, el castigo no es una consecuencia inherente del pecado, sino un "mañoso artificio" para vender el perdón del discurso económico-religioso.
    Igualmente, esto tenemos que ponerlo en situación con la acción misma de Lázaro: su propio relato es un "mañoso artificio", que al mismo tiempo que denuncia, nos hace desconfiar de la denuncia. Todo lo que Lázaro nos cuenta, y cómo nos lo cuenta, es como la historieta del buldero, buscando el perdón de "vuestra merced" (si el buldero vende el perdón de los demás, Lázaro está vendiendo su propio perdón).
APUNTES Y CONCLUSIONES
  • El buldero es un nuevo maestro de oratoria y retórica para el pregonero Lázaro. Por un lado, vemos la perfecta afinidad entre los recursos de expresión y las estrategias del buldero. Pero no olvidemos que lo que sabemos del buldero sólo es lo que deducimos de la expresión del propio Lázaro. La hipérbole inicial ya nos hace sospechar que la picardía de aquel estafador probablemente no llegue a la altura de su aventajado discípulo mientras la cuenta. La ironía constructiva es contundente.
  • Crítica al lenguaje superficial. Alguien vería aquí una crítica a la religiosidad falsa, pero en realidad, donde el narrador coloca a los clérigos, nosotros podríamos poner a cualquier oficio basado en su discurso: por supuesto la religión y sus profesionales, pero también los científicos, los psicólogos, los políticos, los profesores, y sobre todo los profesores de lengua y literatura, que no hacen sino vender un saber como si realmente supieran decir y dijeran un saber, cuando en realidad solo venden bulos sobre el decir y el saber de otros.
  • La ironía del ser/parecer. Es constante en la obra. Y empieza por Lázaro mismo y su "carta". En el anonimato de la novela, Lázaro parece una persona real sin serlo. El estilo del Lazarillo constantemente nos está haciendo desconfiar de alguien que no existe; pero nuestra desconfianza es tan real, que vuelve real a Lázaro. Nuestra constante lectura y relectura de su carta es una renovada resurrección de este personaje, del que no terminamos de saber si critica o si critica a los que critican, si denuncia a los personajes o denuncia al lector. Y si al final el lector acaba desconfiando de sí mismo y de su propia lectura... ¿cómo leer?
  • La sociedad mercantil. Alguien pensará que esto de mezclar cultura y economía es nuevo, reciente; pero vemos que es tan antiguo como el Lazarillo (yo diría que tan antiguo como el mester de clerecía o tanto como Homero). La bula es un soborno cultural, una trampa, un tropo del discurso. Es un chantaje emocional, que transforma el discurso ideológico en un recurso económico. Visto así, tampoco es algo exclusivo de la religión de aquellos siglos vaticanos; sino que ¿cuánta economía se vende al servicio de ideas peregrinas?
  • El dinero de lo irreal. Es otra manera de decir lo mismo de antes. Cuando la economía se basa en elementos "tangibles" parece que se comprende; pero cuando el dinero representa algo inmaterial, ¿qué? Y no olvidemos que este es el caso de Lázaro. Su primer amo le enseñó esta nueva relación con el dinero. El ciego, alejado de la economía material, subsiste vendiendo plegarias; pero curiosamente, esas plegarias no son terminadas, cuando el cliente desaparece, el ciego corta sus rezos. El primer oficio real de Lázaro fue el de aguador: "vender agua", hoy diríamos vender aire, porque el agua ya se vende, ya (en realidad, se le paga por transportarla, por distribuirla). Pero lo más importante: Lázaro es hoy y por siempre un publicista, un pregonero, alguien que no sólo vende información, sino que recibe dinero a cambio de darle valor a las cosas y a la información, y para colmo, para darle valor a la información del castigo de los delincuentes (para rematar la bula). No sólo es recibir dinero a cambio de información, sino recibir dinero a cambio de dar valor (sí, sí, como S&P).
  • "Cuando por bien no le tomaban las bulas, buscaba como por mal se las tomasen, y para aquello hacía molestias al pueblo e otras veces con mañosos artificios". ¿A qué nos suena esto? La enfermedad como remedio.