domingo, 25 de septiembre de 2011

Dostoievsky: CRIMEN Y CASTIGO

..... -¡Pero escucha un momento, botarate! ¿Es que te has vuelto loco? Puedes hacer lo que quieras, pero yo tampoco tengo lecciones y me río de eso. Estoy en tratos con el librero Keruvinov, que es una magnífica lección en su género. Yo no lo cambiaría por cinco lecciones en familias de comerciantes. Ese hombre publica libritos sobre ciencias naturales, pues esto se vende como el pan. Basta buscar buenos títulos. Me has llamado imbécil más de una vez, pero estoy seguro de que hay otros más tontos que yo. Mi editor, que es poco menos que analfabeto, quiere seguir la corriente de la moda, y yo, naturalmente, le animo... Mira, aquí hay dos pliegos y medio de texto alemán. Puro charlatanismo, a mi juicio. Dicho en dos palabras, la cuestión que estudia el autor es la de si la mujer es un ser humano. Naturalmente, él opina que sí y su labor consiste en demostrarlo elocuentemente. Keruvinov considera que este folleto es de actualidad en estos momentos en que el feminismo está de moda, y yo me encargo de traducirlo. Podrá convertir en seis los dos pliegos y medio de texto alemán. Le pondremos un título ampuloso que llene media página y se venderá a cincuenta kopeks el ejemplar. Será un buen negocio. Se me paga la traducción a seis rublos el pliego, o sea quince rublos por todo el trabajo. Ya he cobrado seis por adelantado. Cuando terminemos este folleto traduciremos un libro sobre las ballenas, y para después ya hemos elegido unos cuantos chismes de Les Confessions. También los traduciremos. Alguien ha dicho a Keruvinov que Rousseau es una especie de Radiscev. Naturalmente, yo no he protestado. ¡Que se vayan al diablo...! Bueno, ¿quieres traducir el segundo pliego del folleto Es la mujer un ser humano? Si quieres, coge inmediatamente el pliego, plumas, papel (todos estos gastos van a cargo del editor), y aquí tienes tres rublos: como yo he recibido seis adelantados por toda la traducción, a ti te corresponden tres. Cuando hayas traducido el pliego, recibirás otros tres. Pero que te conste que no tienes nada que agradecerme. Por el contrario, apenas te he visto entrar, he pensado en tu ayuda. En primer lugar, yo no estoy muy fuerte en ortografía, y en segundo, mis conocimientos del alemán son más que deficientes. Por eso me veo obligado con frecuencia a inventar, aunque me consuelo pensando que la obra ha de ganar con ello. Es posible que me equivoque... Bueno, ¿aceptas?
..... Raskolnikov cogió en silencio el pliego de texto alemán y los tres rublos y se marchó sin pronunciar palabra. Razumikin le siguió con una mirada de asombro. Cuando llegó a la primera esquina, Raskolnikov volvió repentinamente sobre sus pasos y subió de nuevo al alojamiento de su amigo. Ya en la habitación, dejó el pliego y los tres rublos en la mesa y volvió a marcharse, sin desplegar los labios.
Razumikin perdió al fin la paciencia.
..... -¡Decididamente, te has vuelto loco! -vociferó-. ¿Qué significa esta comedia? ¿Quieres volverme la cabeza del revés? ¿Para qué demonio has venido?
..... -No tengo necesidad… de traducciones… -murmuró Raskolnikov sin dejar de bajar la escalera.
..... -¿De qué tienes necesidad entonces? -le gritó Razumikin desde el rellano.

Fiòdor Dostoievsky: Crimen y castigo.
Segunda parte, capítulo II.

"¿Qué hacer cuando a las primeras treinta páginas de una novela ya ves que el protagonista te cae mal, rozando lo insoportable? Seguir leyendo sería verdaderamente un crimen y un castigo". Con estos pensamientos inicié mi lectura de esta gran obra de Dostoievsky, que luego me atraparía hasta hacerme reconciliar con el género novelístico.
Mientras, por algún sitio leo de refilón que esta es una obra psicológica, personalmente me da la sensación de que Dostoievsky se ríe, despiadadamente, de un montón de cosas que el resto de la sociedad trata con respeto (ridículo respeto según esta novela), a saber: el dinero, la cultura, la moral, la religión, la familia, la psicología, el amor... Y, como prueba, este fragmento.
Con qué falta de escrúpulos petardea su propio oficio. Los lectores se mueven al son de modas intelectuales (y los debates, por muy elevados que quieran verse, no son más que eso, modas y goces). Los editores son lectores aún más analfabetos, que sólo ven el libro como objeto mercantil, sin comprender lo que realmente hay en ellos. Los escritores son simples traductores que sin pudor engordan lo que otros ya escribieron (y esto es una crítica a la crítica, a los comentaristas de texto, como yo; pero también a los científicos, los humanistas y los literatos, que, a fin de cuentas, aún remedan a Homero). ¿Es así como Dostoievsky se ve a sí mismo y su propia labor?
Esta visión deja a los intelectuales y al mundo de la cultura no muy lejos de la dinámica biológica que Darwin había descrito poco antes de estas fechas. En efecto, las ideas, los textos, los géneros, compiten entre sí, se relacionan, se adaptan igual que en la "evolución de las especies". No somos nosotros quienes las pensamos, quienes las trabajamos, sino que las ideas nos hacen ser; y según el nicho ecológico en el que las ideas que nos han rodeado nos vienen situando, así nos movemos en una dirección intelectual u otra. Biología sin sujeto, ni siquiera en la palabra.
Como muestra final, una fácil analogía. El momento en el que se sitúa la novela me recuerda a la crisis económica actual: un capitalismo poderoso, un comunismo incipiente e idealista, nuevos ricos, nuevos pobres, gente muy perdida en sus pasiones, sus creencias, sus discursos, sus vicios... y todos creyendo llevar la razón del mundo (es difícil encontrar un personaje en esta novela que no se vea a sí mismo como un noble, un paria y un gurú al mismo tiempo). ¿Cómo no sentirnos reflejados? Pero si entramos al trapo, si asumimos que somos así, y que la realidad es esa... no podemos aspirar más que a un golpe de suerte, en el juego de dados, de ruletas, de cartas, de azar de nuestra existencia.
 

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