domingo, 7 de octubre de 2012

J. M. Barrie: NEVER NEVER LAND, un mapa del inconsciente.

No sé si habéis visto alguna vez un mapa de la mente de una persona. A veces los médicos trazan mapas de otras partes vuestras y vuestro propio mapa puede resultar interesante; pero a ver si alguna vez los pilláis trazando el mapa de la mente de un niño, que no sólo es confusa, sino que no para de dar vueltas. Tiene líneas en zigzag como las oscilaciones de la temperatura en un gráfico y que probablemente son los caminos de la isla, pues el País de Nunca Jamás es siempre más o menos una isla, con asombrosas pinceladas de color aquí y allá, con arrecifes de coral y embarcaciones de aspecto veloz en alta mar, con salvajes y guaridas solitarias y gnomos que en su mayoría son sastres, cavernas por las que corre un río, príncipes con seis hermanos mayores, una choza que se descompone rápidamente y una señora muy bajita y anciana con la nariz ganchuda. Si eso fuera todo sería un mapa sencillo, pero también está el primer día de escuela, la religión, los padres, el estanque redondo, la costura, asesinatos, ejecuciones, verbos que rigen dativo, el día del pastel de chocolate, ponerse tirantes, la tabla del nueve, tres peniques por arrancarse un diente uno mismo y demás, que son parte de la isla o bien constituyen otro mapa que se transparenta a través del primero y todo ello es bastante confuso, sobre todo porque nada se está quieto.

J. M. Barrie: Peter y Wendy, Capítulo 1: "Peter irrumpe". (1911)

Pues no, nunca antes me había encontrado yo un dibujo tan fiel de cómo imagino el inconsciente (imaginar el inconsciente tiene algo como de paradójico o de imposible; y probablemente ese sea el único significado real de la palabra imposible). Ya Agustín de Hipona, en sus Confesiones, hablaba de la memoria como un lugar enorme compuesto de salones y pasillos como una gran biblioteca o los archivos de una casa ministerial. Pero desde luego, nada que ver con las proteicas islas de Nunca Jamás, cuyos caminos fluctúan como el zig-zag de nuestros síntomas.
Y en qué veo sobre este párrafo un claro reflejo (que algo sea claro reflejo del inconsciente... bueno, ya sabéis lo que sigue); pues más o menos:
  1. Ya lo he dicho: se configura como un espacio. En realidad, si tenemos cierta noción del espacio es porque imaginariamente, toda estructura tendemos a verla como un espacio. Estrictamente, deberíamos decir que se configura con alguna estructura.
  2. Es una amalgama de todo lo vivido y todo lo sabido, sin que nunca nunca funcione como un todo; sino siempre en sus minuciosos detalles y a veces por partes. En efecto, como una isla azotada por vientos y mareas que dibujaran un perfil cambiante según emergiera un peñasco, o se inundara la laguna, o las palmeras calleran a la playa. Como un paisaje agreste siempre cambiante porque está hecho no de lugar, sino sólo de habitantes.
  3. Todo es realidad. En este texto se dan dos listas: una responde a elementos sacados de los cuentos y las fantasías, la otra cita momentos de la realidad. Pero están juntos, en igualdad de condiciones. Y si sólo existiera la cultura, "sería un mapa sencillo"; cuando en realidad, es a través de la cultura, el lenguaje, que "notamos" la realidad, y nos la hacemos conscientemente ordenable. Y en nuestra memoria, los sucesos están deformados por el enjuiciamiento moral de nuestra cultura.
  4. Aunque parecería responder a la mente de un niño, todos sus elementos están dados por el mundo adulto. Y esta distinción es importante. Los contenidos que nos ofrece este texto, tanto la fantasía cultural de los cuentos, como las vivencias infantiles, son otorgadas por un discurso extraño, mayor y difícilmente comprensible, que viene de los adultos. La distancia entre el inconsciente y sus componentes siempre queda marcada con cierta alienación. Siempre peregrinos en un bosque extraño, hablando fuera de idioma a los dioses.
  5. "El Inconsciente es el discurso del Otro", se dice por ahí (lo digo así porque parece que, en nuestra cultura, Lacan no existe). Aquí se retoma la metáfora, tan citada ya en este blog, del palimpsesto. Podríamos decir que el mapa de nuestra mente es el resultado de muchas transparencias y ningún original. Porque la mirada a la transparencia es ya un trazo más que habría que mirar. No habría diferencia entre acción y acto, ni entre la concepción del acto y su ejecución; aunque cada matiz de éstos sería un nuevo y diferente trazo, antiguo y fresco a la vez.
  6. El perpetuo movimiento. Todo, pero sin un todo que se mueva (como una isla que, azotada por la marea y el viento, revolucionando fauna y vegetación, no se moviera de su lugar en el mar, ni fuera infiel a su contorno irreal. 
E insisto en la diferencia entre lo infantil y lo adulto. Nuestro inconsciente es el inconsciente de un niño, que ni crece ni está dispuesto a crecer, simplemente porque viste las ropas de un adulto, que por más remiendos, siempre le vienen grandes. Y en cierto modo, siempre siempre vivimos como exiliados de ese lugar que es, en el fondo, lo que somos.

A estas mágicas tierras arriman siempre los niños sus barquillas cuando juegan.También nosotros hemos estado allí: aún podemos oír el ruido del oleaje, aunque ya nunca volveremos a pisar su tierra.
De todas las islas maravillosas la de Nunca jamás es la más acogedora y la más comprimida: no se trata de un lugar grande y desparramado, con incómodas distancias entre una aventura y la siguiente, sino que todo está agradablemente amontonado. Cuando se juega en ella durante el día con las sillas y el mantel, no da ningún miedo, pero en los dos minutos antes de quedarse uno dormido se hace casi realidad. Por eso existen las lamparitas de noche.

J. M. Barrie: Peter y Wendy, Capítulo 1: "Peter irrumpe".

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