miércoles, 24 de octubre de 2012

Homero: ODISEA. El héroe

Ea, ven también tú, padre extranjero, y prueba de los juegos,
si es que te instruiste en alguno. Es natural que sepas de juegos,
pues no hay mayor gloria para el varón mientras existe
que lo que con sus pies obra y con sus manos.
Vamos, pues, ven a ejercitarte y arroja lejos las penas del ánimo;
pues tu viaje no se diferirá por más tiempo, sino que ya
la nave ha sido botada y dispuestos están los compañeros.

Homero: Odisea, Canto VIII, vv. 145-151 

A partir de esta intervención de Laodamante se suceden en este canto, de extraña orfebrería y sutiles engarces, una serie de ironías tanto simbólicas como ya constructivas. Y preveo que será difícil agotarlas, y que este comentario será un comentario de la frustración, sin que pueda quedar acabado.
El juego. En el original griego, el término
aeqlwn, aeqlouV, se refiere más claramente a los juegos "atléticos", la carrera, los lanzamientos, el pugilato. Pero la dificultad para la traducción ya nos da la pista de que en realidad podría tratarse de cualquier otro juego, entretenimiento u ocupación. Cualquier acto, en suma.
....Por si hubiera alguna duda, ya se encarga el mismo Ulises de aclararlo (vv. 166-177): a unos los dioses dotan con unas cualidades y a otros con otras. Así, no es que haya mucha diferencia entre cualquier entretenimiento, ya sea del cuerpo (pies y manos), ya del intelecto (palabras, que son, a fin de cuentas, las narraciones de dichas gestas). Y digo bien entretenimiento, pues en nuestra ociosa y feacia sociedad –como ellos, parece que nuestra isla se precia de criar a los mejores en el arte de la diversión (vv. 250-253)–, es difícil distinguir divertimento o labor.
.....También el propio texto señala esta diferencia sutil: "No, forastero, no te asemejas a un hombre entendido en juegos de atletas, cuantos hay abundancia entre los hombres, sino al que está siempre en una nave de muchos bancos, a un comandante de marinos mercantes que cuida la carga y vigila las mercancías y las ganancias debidas al pillaje. No tienes traza de atleta" (vv. 159-164). Estas palabras desatan la indignación de Ulises; lo cual subraya la discriminación positiva del ocio frente a las tareas del negocio. Presumir de una vida ociosa ha sido en todas las culturas motivo de honor. Vivir dedicado a actividades útiles es vil.
.....En nuestra sociedad, esta extraña fusión entre ocio y negocio parece estructurar toda la economía. No se come por necesidad, sino por placer. Y el negocio de un trabajador, depende de la satisfacción en la diversión de otro. O, sin más, esto mismo, este escrito y este esfuerzo, qué extraño entretenimiento es, ¿acaso mero pasatiempo, y fructuosa labor? La diferencia parece estribar en el beneficio: útil de supervivencia en el trabajo, y de irónica gloria altruista en el "jugo de atletas" (entiéndase, olimpiada cualquiera de mis actos).

Obra de pies y manos. Pero apenas tarda en comparar la obra atlética con la capacidad oratoria. Y tras una breve competición, es el aedo el que nos deleita con su palabra. Ulises lanza un disco hasta una marca que ningún feacio conseguirá alcanzar; igualmente nosotros, de continuo parecemos intentar llegar con nuestra literatura a la marca dejada por Homero, el mítico aedo. Los antiguos atletas han sido olvidados, sus marcas han quedado atrás; en cambio, Homero permanece más allá de su propia existencia, dando nombre al aedo genial o al conjunto de todos los aedos. Ulises lanza el disco más lejos que nadie porque es el disco de su historia. Y si bien no todos los hombres han sido instruidos en el arte del atletismo, todos y cada uno hemos sido instruidos en el arte de vivir con la palabra nuestra historia y en ese juego competimos perpetuamente, como machitos.
.....El héroe es un gran atleta. El héroe es un hombre sensible y apremiado por sus sentimientos. El héroe es un gran orador, capaz de vencer en la dialéctica y emocionar en la oratoria. El héroe es, en fin, el protagonista de un gran relato. Y en qué medida, cada uno de esos elementos pueden separarse y diferenciarse, y no queda de hecho engarzados en el último elemento, es difícil decirlo.

No hay mayor gloria mientras se vive. Sin embargo, luego el episodio que el aedo nos cuenta es el del vergonzoso adulterio de Afrodita y Ares, y la ridícula trampa ideada por Hefesto. El deforme y repudiado Hefesto, el dios artesano, creador de grandes obras con sus manos, y al que se nos hace ver víctima de un infame adulterio, y que trabaja afanosamente para que todos lo veamos (o al menos los dioses, que son, varones). Y Ares, el gran atleta entre los dioses, el púgil, el de brazos y pies no menos ligeros y fuertes que un héroe Aquiles, es el adúltero, víctima de la denuncia de Helio, de la trampa de Hefesto y de la burla de los dioses. Y por medio Afrodita, el deseo, del que apenas se dice nada.
.....Qué de gloriosos son nuestros actos, pues, nuestras hazañas, una vez abandonados por el día. Nada son sino puro relato. Y el relato se presta tanto a la gloria (tragedia) como a la burla (comedia), pues la estructura esencial es la ironía. Ulises lo observa bien: la invitación al juego es una burla, a la que rápidamente se engancha por orgullo (vv. 177-184), picado no por la sensación de los juegos, sino por las mordentes palabras de Euríalo. Pero ni los sentimientos son tan patéticos ni tan gloriosa la exhibición. Ni tan infame la burla. Los significados se escurren como los objetos entre atléticos bailarines.
....."Las maldades no triunfan y el lento adelanta al ligero" (v. 329) Ni Homero ni el disco de Ulises son, por tanto, tan inalcanzables.

Tu viaje no se diferirá. El texto es una invitación al ejercicio, una invitación a la alegría y a la diversión, una invitación a la compañía. Carpe diem, este día, justo antes de que zarpe la nave ya botada. Pero en este día que ya no se dilatará, se suceden los cuatro cantos en los que Ulises relata su "odisea". Y es este relato el que precisamente todos asociamos con la Odisea misma, como si la llamada telemaquía o los sucesos que transcurren en Ítaca, que ocupan la mayor parte de toda la epopeya, no le pertenecieran.

.....Es el relato de Ulises por Ulises (frente al relato, por ejemplo, de Ulises hecho por el aedo, sobre la caída de Troya). Lo que uno se relata a sí mismo sobre sí, lo que otros le relatan a uno sobre sí (y habría que añadir lo que uno y otros relatan sobre cualquier otra cosa), es lo que uno es, tanto como sus actos; pues en realidad todo acto, como el hecho mismo del relato, se pierde en su momento. De cada ser estamos ante su efímero momento y ante el fantasma de su huella creado por el relato, y los fantasmas sucesivos, contrapuestos, que han de levantarse en cada nueva recreación del relato: es obvio que cada versión es un hecho en sí que ha de modificar el relato posterior que se haga de su contenido.
.....Y este borboteo del ser, como un surtidor que fuera lanzando caóticos discursos dibujando en el espacio una imprecisa pero evidente parábola, es el que se dilata en este día, ajeno mismo al tiempo. Y mientras haya relato, habrá día, discurso, juego de atletas: es la labor ya no tan desinteresada de la gloria de nuestros actos. Ahora bien, no por ello el sujeto, a pesar de este falo del día del atletismo de la palabra, consigue enmascarar su profunda castración, su irónico posicionamiento ante los límites, ya nítidos ya borrosos, de su estructura.

Acción, pensamiento, sentimiento. ¿Cuál es la esencia de la persona? Porque hasta este momento el invitado entre los feacios, parecidos aunque mortales en su porte a los dioses, es un náufrago; y será en este mismo momento, a raíz de esta extraña orfebrería, de esta extraña cirugía verbal (uno lanza la pelota hacia atrás mientras el compañero la recoge con los pies en el aire, vv 374-376) cuando Ulises se descubre y todos sienten urgir el deseo de saber su historia (sea la Odisea el relato para saber qué nadie es Ulises)
.....Primero, Alcinoo sorprende a su huésped escondiendo sus emociones despertadas por el canto del aedo (vv 93-96). Para aliviarlo, propone precisamente los juegos, en los que rápidamente se aprecian las pruebas de hombría, y el huésped demuestra que es tan capaz de rivalizar como el que más (tanto como en el relato de la disputa con Aquiles), y demostrar que a machito no le gana nadie. Y finalmente, rompe a llorar exactamente "como una mujer"(vv. 523-531; esta descripción del llanto tampoco tiene desperdicio) ante el desmoronamiento de su máscara.
.....La identidad social, como una máscara estructurada por los juegos –y rota y torturada por la guerra: "los enemigos cortan con sus lanzas la espalda y los hombros de los ciudadanos y se los llevan como prisioneros para soportar el trabajo y la pena" (vv. 526-530)–, y que esconde la vivencia real del instante y su sentimiento; ya fue señalada al principio mismo de la invitación, cuando Ulises responde: "¡Laodamante! ¿Por qué me ordenas tal cosa por burlaros de mí? Las penas ocupan mi interior más que los juegos atléticos. Yo he sufrido antes mucho y mucho he soportado. Y ahora estoy sentado en vuestra asamblea necesitando el regreso, suplicando al rey y a todo el pueblo" (vv. 153-157). Bien que, en cierto modo, esta dicotomía podría verse como una disposición de amado (yo sufridor) frente a una postura de amante (sujeto competitivo). Pero atiéndase a que la dicotomía se establece entre el juego de atletismo y la súplica ante el cratos y el demos, que casi inmediatamente se convertirá en el relato de su vida (juego de aedo o de atleta).
.....Y ese relato, ¿cómo será? Será acaso un alarde de hechos y sucesos, de engarces intelectuales y narrativos, o será más bien el paseo caótico y valiente por el instante, en su incesante renovación e incertidumbre. El paseo atlético por el yo, que se construye en cada acto, en cada palabra, en cada significado, es la mayor gloria para el varón mientras vive. Pero el sujeto, situado en el instante, que no admite más dilatación, ¿por dónde habrá de pasear?, hecho como está de actos extraños, palabras siempre nuevas, y significados ausentes. ¿Por dónde la desconcertante estructura de su ser?
"O acaso un compañero varón de cosas agradables conocedor,
noble; pues no es a un hermano inferior
que naciera, el que compañero cosas sabias conoce".
"O acaso un noble amigo de sentimientos agradables; pues no es inferior a un hermano de nacimiento el amigo que tiene pensamientos discretos".

ἦ τίς που καὶ ἑταῖρος ἀνὴρ κεχαρισμένα εἰδώς,
ἐσθλός; ἐπεὶ οὐ μέν τι κασιγνήτοιο χερείων
γίγνεται, ὅς κεν ἑταῖρος ἐὼν πεπνυμένα εἰδῆι.

(vv. 584-586; final del canto VIII)

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