domingo, 13 de junio de 2010

GÓNGORA:La ironía

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La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas distilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

amantes, no toquéis, si queréis vida;
porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas que a la Aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas
se le cayeron del purpúreo seno;

Manzanas son de Tántalo, y no rosas,
que pronto huyen del que incitan hora
y sólo del Amor queda el veneno.

A pesar de estar ante un poema de juventud (don Luis tenía apenas unos 23 años), y de tratarse de una traducción de un poema de Torquato Tasso, podemos ver ya cómo el genio apunta maneras. Si atendemos a las aportaciones netamente gongorinas (Ganímedes y la Aurora) comprobamos que la advertencia en contra del amor adquiere un nivel más trágico, más "irónicamente trágico".
¿En qué reside la ironía de este poema? En que la belleza es divina. ¡Cómo resistirse a la belleza de los dioses (la belleza de Dios).
  • El ejemplo de Ganímedes nos recuerda que el mismo Zeus atrapaba la belleza en cuanto tenía ocasión. ¿Puede ser entonces el veneno del amor algo nefando? Lo único claro es que amar la belleza como lo hacen los dioses tiene un precio: renunciar a la vida. Es posible que el amor realmente merezca ese precio.
  • La Aurora aglutina todos los elementos de belleza: la flor, el olor, las perlas (recurrentes), el seno... Pero también conlleva una alusión al paso del tiempo. En cierto modo, la aurora es el despertar, y el despertar es hermoso. ¿Cómo renunciar a los descubrimientos de la aurora sólo porque nos espere un día atormentado de búsquedas? El precio del despertar, del nacimiento, es el peso del tiempo, la muerte.
  • La última referencia mitológica, heredada de Tasso, también es muy interesante. Tántalo era el favorito de los dioses, aquel que fue invitado a probar precisamenten ese "licor sagrado". Era el hombre dispuesto a todo para ser uno más entre los dioses. Entonces él les dio de comer a su propio hijo; a fin de cuentas parece que era una práctica habitual entre los soberanos divinos (Crono, Zeus, y no olvidemos el recurrente sacrificio de los primogénitos, hasta el mismo Abraham). Tántalo fue castigado al hambre y sed perpetua. Interpretemos: el veneno del amor es el deseo... ¿Góngora nos previene contra el deseo o nos incita a desear? ¿Qué merece más la pena, la vida o el deseo?
  • Y ahora, hilvanemos. ¿De qué estamos hablando realmente? ¿Cuál es esa fruta divina, prohibida para el hombre? ¿Cuál es el verdadero alimento de los dioses? ¿Qué es aquello que nos despierta, nos envenena, nos lleva a la muerte, nos hace desear?

    Sería muy fácil responder. Sólo voy a dar una pista: "un humor entre perlas destilado".


Y, si alguien aún se empeña en ver aquí un aviso para los jóvenes ingenuos sobre los peligros del placer y del amor, si alguien necesita un ejemplo libre de ironía, que espere a la próxima semana. Con otro texto vamos a darle la vuelta a este poema.

1 comentario:

  1. "La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe"

    Qué recuerdos me trae esta frase de Benavente a Italia. Donde esas máscaras mostraban una personalidad fingida.
    Y qué curioso es el lenguaje, ¿no?
    Máscara, según creo, significa persona en griego. Debido a que se usaban "para sonar" (per sona).
    Si pensamos en "personalidad", podríamos entenderla como esa máscara que usamos para que se nos oiga, a veces falsa, a veces real, ¿quién sabe?

    El misterio de la belleza y del manjar de los dioses aún se me escapa, pero... ¿no podría ser la belleza una máscara más que deseamos ver puesta y tener puseta?
    Un estado eterno de belleza fingida, sin que el tiempo pueda arrebatarlo.

    También es curioso que sea la boca de las máscaras lo más significativo de su "personalidad". Si, la máscara se usó "para sonar", pero también es la puerta para "alimentar" al hombre.

    No sé si me he desviado mucho del poema, pero es lo que me ha llevado a pensar.

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