jueves, 22 de mayo de 2014

GÓNGORA: El Greco

Inscripción para el sepulcro de Domínico Greco 

Esta, en forma elegante, oh peregrino, 
de pórfido luciente dura llave, 
el pincel niega al mundo más süave 
que dio espíritu a leño, vida a lino. 

Su nombre, aún de mayor aliento dino 
que en los clarines de la Fama cabe, 
el campo ilustra de ese mármol grave. 
Venéralo, y prosigue tu camino. 

Yace el Griego: heredó Naturaleza 
arte, y el Arte estudio, Iris colores, 
Febo luces, si no sombras, Morfeo. 

Tanta urna, a pesar de su dureza, 
lágrimas beba y cuantos suda olores 
corteza funeral de árbol sabeo.

Luis de Góngora (1614) 

Las efemérides me lo piden. Como el propio Góngora lo solicitó con su propio soneto. Una nueva urna para estos dos elegantes y peregrinos maestros.
La estructura del texto va encofrando distintos ensimismamientos. En el centro queda la propuesta más humana y trascendente:

"Venéralo y prosigue tu camino"
No hay paradoja, tal vez ironía. Hay respeto y resignación. Seguir viviendo tras grandes pérdidas. La eternidad dejémosla para los dioses. Para la tierra.
El primer cuarteto y el último terceto tratan los entretenimientos de la materia consigo misma. Unos materiales hablan con otros, se reverencian unos a otros, se homenajean. A través de la presunta metonimia, lo que tenemos es al propio pincel actuando (negando al humano ya muerto su acción), a la propia urna sepultura (llave) llorando. Humanizada la condición material del hombre en sus objetos.
La parte central se debe a lo divino. En el cuarteto, el lenguaje y la historia. En el terceto, los dioses. Una vez más, se ha trasmutado todo: es la Naturaleza la que imita al arte, y recoge lo que el pintor ha creado como innovación. Ciertamente, si algo tiene la pintura del Greco es esa extraña transustanciación de sus colores y sus formas. Son los dioses quienes surgen del poder creativo del hombre.
Y en el centro de todo, la frase ya citada: la sencilla, áspera y trágica condición humana. La apelación al tú, breve, al lector, dura.
Contrasta la sencillez de esa frase con el gongorismo otorgado a los cajones materiales periféricos. Sus hipérbatos, sus encabalgamientos, llevan el lenguaje y la lectura casi al nivel de las Vanguardias. También tenía el Greco su toque de siglo XX. Porque las grandes figuras saben situarse fuera del tiempo.
Saben situarse en la dimensión personal.


domingo, 11 de mayo de 2014

La transformación de la materia. EL RAPTO DE PROSERPINA de Bernini

Bernini: El rapto de Proserpina, 1622

Divaguemos un rato.
Esta semana se ha divulgado la noticia de que ha fructificado una síntesis artificial de adn con un tercer par de enlaces. No es sólo una síntesis artificial de materia biológica, sino la configuración de una estructura biológica nueva. 
Semanas antes apareció por twitter esta imagen. Difícilmente podemos reconocer el mármol, y desconectar nuestros ojos de la deliciosa blandura de un cuerpo humano palpado con toda la firmeza del goce.
Los antiguos se preguntaban por la sustancia. Los primeros "físicos" griegos discutían sobre un arjé unitario. Con poco que nos detengamos a observar, toda esa riqueza de texturas de que dan cuenta nuestros sentidos se desvanece como un hálito entre los vientos que circundan la tierra. "Lágrimas en la lluvia" citaba el replicante, efímero superhumano construido con no sé qué pasta.
El arte transforma la materia. Miguel Ángel liberaba del mármol la forma secreta que escondía. La forma. ¿Y si sólo hubiera formas? Y si la materia fuera realmente una ilusión, como nos intentaban hacer creer los personajes de Platón. Pero la forma requiere un sujeto observador, y el sujeto, compuesto sólo de forma, sólo existiría en la medida en la que es observado, en un borgiano juego de espejos.
Observemos esta obra magistral de Bernini. No conozco una figura que cambie más según sea su perspectiva. Es toda una colección de composiciones e interpretaciones según sea el punto de vista. Desde el orgullo imperioso de Hades avanzando, hasta la fuerte resistencia de la doncella. Pero también la sesualidad y el abrazo. Y una mujer que parece estar presa o parece flotar evanescente. Todo en el mismo volumen. Una obra en la que cada detalle es una obra distinta y hasta contradictoria. ¿Me deja incluso ver la estructura elicoidal con la que cerrar elegantemente mi comentario? Bernini, muchos siglos después del mito, algunos siglos antes de la ingeniería genética, esculpe su metáfora.
Y para colmo, yo no he tenido ocasión de ver in situ esta escultura. Lo que sé lo sé por los libros, por internet. Ese mármol que parece carne es en realidad un plasma que parece mármol. La materia en la era de la reproductibilidad técnica. Lo mismo que tú, tienes esto de mi materia: letras de sombra sobre una pantalla de luz en quién sabe qué soporte informático. La huella de mis dedos pulsando el teclado de tu cuerpo.